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Crítica:MÚSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Seleccionar las 'resurrecciones'

Continúan las resurrecciones. Ahora le ha correspondido a Barbieri con Robinson, sobre libreto de García Santisteban, libremente revisado, por José Luis Alonso Santos. Robinson fue una de las pocas contribuciones del gran compositor y musicólogo madrileño a la compañía de Los Bufos Madrileños que Francisco Arderius creó, a imagen y semejanza de Les Bouffes Parisiens, en el teatro Variedades de la calle de la Magdalena, en 1866.Se trataba, además de hacer algún negocio -y no le fue mal a don Francisco-, de importar una frivolidad y un estilo arrevistado a la vez que se intentaba una más lucida espectacularidad que la habitual en la zarzuela tradicional.

Que Robinson fue trabajo rápido y comercial no lo dice su fecha de estreno, en la temporada 1869-1870, cuando Barbieri ya había producido Los diamantes de la corona, Pan y toros y El barberillo de Lavapiés. Sólo algún número como el del protagonista No quiero champaña, que quiero jerez, y la simple pero siempre aseada orquestación, denotan en Robinson la mano y la musa castiza de Barbieri.

Robinson

De Barbieri. Libreto de García Santisteban, revisado por Alonso de Santos.Intérpretes: Milagros Alonso, María José Montiel, Ana Rodrigo, Luis Álvarez, Miguel López Galindo, Federico Gallar, David Pinilla y Felipe Vao Bel. Coro de la Comunidad de Madrid y orquesta de Santa Cecilia de Pamplona. Director musical: Luis Remartínez. Dirección escénica: Francisco Matilla. Teatro de Madrid, 27 de septiembre.

Antecedente de la revista

Todo lo demás queda lejano, demasiado lejano, y la mirada irónica hacia el pasado no permite que la obra nos prenda a la manera, sin salirnos del género, de La Gran Vía, de Chueca, o El rey que rabió, de Chapí. En suma, vemos hoy la pieza como un antecedente ingenuo de la revista moderna, de la que fuera rey Francisco Alonso, por otra parte bastante pasada a la historia.Sólo elogios merece la ópera Cómica de Madrid. Uno de sus fundadores y animadores, Luis Álvarez, actuó y cantó con gran calidad, bien acompañado por María José Montiel en la Reina Ananás o por el gracioso David Pinilla, especialmente en su caracterización de Domingo, el negrito falso, y en general por un reparto más de cantantes que de actores.

Estupendos en esta misión tan diversa a la que les es habitual el coro de la Comunidad y la orquesta de Santa Cecilia de Pamplona. Unos escenarios y figurines elementalmente vistosos, un poco al aire de las denominadas obras de Pascuas, completan un montaje que recibió muchos aplausos al final de la función. A mi modo de ver, hay que profundizar y seleccionar este tipo de resurrecciones si no se quiere que lo sean sólo para unos días, tras los cuales las obras regresan a su largo sueño en el archivo de la Sociedad General de Autores de España (SGAE).

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