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Lanzarote se paraliza para despedir a Manrique

El Gobierno canario publicará la obra póstuma del artista

Lanzarote se paralizó ayer para despedir a César Manrique, el artista que luchó desde una isla a favor del planeta. Sus restos mortales descansan desde ayer bajo tierra volcánica, según su deseo, en el cementerio municipal del pueblo donde vivía, Haría (Lanzarote), hacia donde pretendía dirigirse el pasado viernes cuando sufrió un accidente de tráfico. El funeral celebrado ayer en su isla natal constituyó una gran manifestación popular de duelo y enfrentó a todos los canarios a la cruda certeza de la noticia, algo que Manrique llamaba "la magnífica evasión de la muerte".

El cabildo y los siete ayuntamientos de Lanzarote decretaron, en plenos convocados con carácter extraordinario, tres días de luto oficial por la muerte del vecino más universal de la isla. El Gobierno canario rindió homenaje, en una declaración institucional, a su aportación "al desarrollo artístico e intelectual de la vida canaria así como a su especial sensibilidad por el cuidado de los recursos naturales y medioambientales". La comunidad autónoma publicará, en colaboración con la fundación que lleva su nombre, la obra póstuma de Manrique: sus ilustraciones para un libro de cuentos dentro de una biblioteca básica para niños de próxima aparición, según anunció ayer el viceconsejero de Cultura, Francisco Ramos Camejo.La mayoría de las actividades, incluidas las de carácter deportivo, que debían celebrarse este fin de semana en Lanzarote, fueron suspendidas en señal de luto. Concretamente, el acto organizado con motivo del Día Mundial del Turismo, en los Jameos del Agua, previsto para hoy, ha sido desconvocado. En el mismo, Manrique iba a presentar el logotipo que había diseñado para promocionar turísticamente esta isla.

El artista falleció en la tarde del viernes, una hora después de que su coche fuera arrollado lateralmente, a la salida de un stop, por un vehículo todoterreno, cuyo ocupante resultó herido leve.

Manrique sufrió un traumatismo craneoencefálico y, tras sobrevivir al duro impacto, le sobrevino una parada cardiorrespiratoria.

El pintor Pepe Dámaso lloró ayer por el absurdo "taponazo" que segó la vida de su mejor amigo, y Carlos Manrique, hermano del artista, no daba crédito aún al final del hombre que todos creyeron, eterno, el mismo que, sin embargo, había dicho pocos meses antes de morir: "La conciencia del milagro de la vida y su brevedad me han hecho ver claramente que el sentimiento trágico de nuestra existencia nos empobrece".

Poco antes de la una de la tarde de ayer, el féretro con los restos mortales partió en un coche fúnebre desde el hospital insular de la capital de la isla, Arrecife, donde estaba instalada la capilla ardiente, y recorrió, en medio de los aplausos de miles de ciudadanos congregados para despedir al artista, rincones emblemáticos de la ciudad como el Charco de San Ginés y la calle Real. Con la asistencia del presidente del Gobierno canario, Jerónimo Saavedra, amigo personal de Manrique, y de su Gabinete, junto a otras autoridades, políticos e intelectuales locales y nacionales y una nutrida presencia de amigos y admiradores del artista, se celebró en la iglesia de San Ginés la misa córpore insepulto para, acto seguido, proceder a la inhumación de sus restos en Haría.

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