Equilibrios diplomáticos
Los avatares políticos a los que se ha tenido que enfrentar el director de la muestra de Matisse, John Elderfield, han sido más propios de un diplomático que de un especialista en arte. Entre todos los equilibrios que se ha visto obligado a realizar para reunir 400 obras de Matissel el más dificil ha sido su negociación con los museos de El Hermitage, en San Petersburgo, y Pushkin, en Moscú.
Mientras iba y venía para llegar a un acuerdo con los responsables de cultura comunistas, la Unión Soviética dejó de existir. Sus interlocutores del Pushkin dejaron de ser soviéticos y pasaron a ser rusos y la ciudad que alberga El Hermitage recuperó su nombre de San Petersburgo y abandonó el de Leningrado. Finalmente, la historia volvió a su cauce permitiendo que 30 obras, que nunca antes se habían visto en EEUU, llegaran a Nueva York.
Por primera vez desde que salieron del estudio de Matisse en 1912, se pueden ver las dos versiones del Nasturium con baile, una al lado de la otra, situadas cerca de la famosa Danza II, recién trasladada desde su sede habitual, el museo de San Petersburgo.
Sin embargo, no todos los esfuerzos de John Elderfield han tenido la misma compensación. Una de las piezas que querían traer desde Gran Bretaña era demasiado grande para introducirla en la bodega de un avión, y la Tate Gallery no se arriesgó a someterla a la humedad de un traslado en barco hasta Nueva York.
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