EE UU apoya la integración europea, pero sin comprometerse

El presidente de Estados Unidos, George Bush, dio por "estabilizada" la crisis monetaria que ha sacudido el Sistema Monetario Europeo (SME) y afirmó que su Gobierno se mantendrá a la expectativa en relación con el futuro de la unidad de Europa. "Como saben", añadió, "siempre hemos favorecido una Europa integrada, así es que ahora sólo nos queda esperar y ver lo que ocurre". Bush no quiso hacer comentarios más precisos sobre el resultado del referéndum francés, aunque recordó que el Gobierno estadounidense es partidario de una Europa integrada.

A su regreso ayer a la Casa Blanca, después de un fin de semana en su residencia de descanso en Camp David, el presidente conversó brevemente con los periodistas sobre la situación europea. A una pregunta sobre si estaba preocupado por la crisis monetaria, contestó categóricamente: "No, está estabilizada".

George Bush, que se reunió ayer en la Casa Blanca con la cúpula del Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros ministros económicos para dejar patente su involucración personal en los recientes acontecimientos, se negó, sin embargo, a comentar el referéndum en Francia hasta que no existan resultados más fiables. "No voy a comentar unos sondeos", dijo. "No diré nada hasta que conozca los resultados".

De forma privada, sin embargo, algunos funcionarios han expresado satisfacción por las encuestas que anuncian una victoria del sí en la consulta popular efectuada ayer en Francia. Esa victoria parece más acorde con los intereses norteamericanos, a pesar de la discreción y ambivalencia con que Estados Unidos maneja siempre el asunto de la unidad europea.

El Gobierno estadounidense no ha querido nunca hacer comentarios sobre el referéndum francés desde que éste fue convocado. Pero en vísperas de la votación en Francia, el portavoz de la Casa Blanca, Martin Fitzwater dijo: "Siempre hemos sentido que el tratado de Maastricht y la unidad europea eran algo beneficioso".

Como rival de Europa en los mercados internacionales, las autoridades norteamericana s sienten cierto recelo ante robustecimiento de una Europa unida. Pero, como aliados políticos y socios económicos en tantos aspectos, EE UU teme un proceso de disgregación europea, con el consiguiente resurgimiento de los nacionalismos y de las amenazas para la estabilidad mundial. Puesto a elegir entre una y otra cosa, Estados Unidos parece inclinarse por una Europa cohesionada y fuerte, aunque eso aumente también la competitividad de los países europeos.

Estados Unidos ha asumido, además, que no puede seguir jugando el papel estabilizador que, desde el punto de vista monetario, tuvo en Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y prefiere que esa misión sea asumida por un poder multinacional bien equilibrado.

En un momento en el que -como demostró la Guerra del Golfo- Estados Unidos necesita la creciente colaboración de sus aliados para mantener la estabilidad política internacional, el Gobierno norteamericano prefiere que esos aliados dispongan del mayor nivel de cohesión y de decisión posible.

"Si en la situación actual le cuesta tanto esfuerzo a Europa compartir una misma política para Yugoslavia, se puede imaginar lo que sería si el fracaso de Maastricht hace que cada país busque un camino por su cuenta", comentó en Washington una fuente de la Administración.

Entre la oposición demócrata, una de las voces más autorizadas, la del senador Joseph Biden, presidente del subcomité de Europa en el Senado, dijo que "aunque se puede pensar que la desunión de Europa fortalece el papel de liderazgo de Estados Unidos, este país no puede cumplir el papel que se el exige en las post guerra fría sin Europa como socio responsable e igual".

Esta crisis no ha sido directamente un tema de debate en la campaña electoral, aunque al tratarse de uno de los casos de política exterior en los habitualmente brilla Bush, puede favorecer indirectamente las ambiciones del candidato a la reelección.