La suspensión de los vuelos humanitarios empeora la situación de Sarajevo
Las primeras nieves cayeron en la noche del sábado al domingo sobre las montañas que rodean Sarajevo, la capital de Bosnia-Herzegovina, sitiada desde hace cinco meses. Tras el derribo, el pasado jueves, de un avión italiano de ayuda humanitaria, los vuelos fueron suspendidos. Mientras, en Ginebra, los copresidentes de la Conferencia de Paz sobre Yugoslavia, David Owen y Cyrus Vance, han dado un ultimátum a los serbios de Bosnia para que de aquí al próximo fin de semana pongan todo su armamento pesado bajo control de la ONU.
Tanto las autoridades bosnias como la Alta Comisaría de las Naciones Unidas para los Refúgiados (ACNUR) confían en luna rápida reanudación de los vuelos. "Pero incluso si las partes enfrentadas se sentaran ahora mismo a negociar una tregua, el invierno será dramático en Sarajevo", asegura Izurna Nakamitzu, de 29 años, responsable de la ACNUR en la capital bosnia."ACNUR no ha recomendado a los países que han prestado aviones y tripulaciones para hacer llegar la ayuda humanitaria a Sarajevo que el corredor aéreo sea protegido militarmente. Eso excede nuestras competencias. Lo que sí esperamos es que los vuelos se reanuden cuanto antes", declara Nakamitzu.
Ayer llegó a Sarajevo un nuevo convoy con ayuda humanitaria procedente de Split con 60 toneladas de arroz, harina y mantas. Cuando descargaba su carga en un almacén de la ONU, una granada de mortero alcanzó uno de los camiones y lo destruyó.
Para Sasha Mirkovic, de 26 años, responsable de la Agencia Humanitaria del Gobierno bosnio, además de los ataques indiscriminados, el problema principal con que se encuentran es que hay en Sarajevo alimentos que necesitan ser cocinados, y la ciudad carece tanto de electricidad como de agua corriente. Su agencia debe prestar asistencia a 230.000 personas, las que viven en la zona urbana de Sarajevo.
En algunos barrios han surgido protestas por la escasez de la ayuda que reciben. En Ciglane, donde tiene su sede la Defensa Territorial bosnia, objeto frecuente de violentos ataques, la gente hacía cola el sábado para llenar garrafas de agua. En tres meses cada familia ha recibido tres entregas. Cada paquete de ayuda contiene un litro de aceite para cocinar, un kilo de arroz, dos kilos de harina, cuatro latas de atún y un paquete de pasta.
El presidente bosnio, Alija Izetbegovic, amenazó la pasada semana con cortar la electricidad al resto de la república si las fuerzas serbias que rodean Sarajevo no permitían que fuera puesta de nuevo en funcionamiento la planta eléctrica que alimenta a la ciudad. Técnicos de Unprofor trataban ayer de propiciar un acuerdo entre las partes serbia y bosnia para que la central pudiera ser reparada.
Avión italiano
Por otra parte, sigue sin establecerse de modo preciso qué ocurrió el pasado jueves sobre el cielo de Konic, a 40 kilómetros al suroeste de Sarajevo, cuando un avión italiano de ayuda humanitaria perdió contacto con la torre de control en Sarajevo y se estrelló. Los cuatro tripulantes murieron. Para, Luciano Battisti, jefe de seguridad del Ejército del Aire italiano que dirigió sobre el terreno la investigación, no cabe duda de que el aparato fue derribado por un misil. Serbios y bosnios se han cruzado acusaciones directas respecto a la responsabilidad del derribo.
Los restos del aparato, esparcido en un amplia área -una de las alas fue encontrada a más de un kilómetro de distancia del cuerpo principal del avión- cayeron en territorio controlado por fuerzas croatas. Las relaciones entre el mando del Ejército bosnio y las tropas croatas que controlan buena parte del territorio de Bosnia-Herzegovina no son en absoluto fluidas. Desde Sarajevo se lanzan soterradas acusaciones sobre la pasividad de las fuerzas croatas en la retaguardia serbia. Y en las últimas horas se ha especulado con que los autores del ataque contra el aparato italiano podrían haber sido croatas.
La ONU no ha querido pronunciarse sobre las causas que motivaron la catástrofe hasta que se complete la información. Los líderes de las partes enfrentadas en Bosnia-Herzegovina han sido convocados a Ginebra.
Para el presidente bosnio, Alija Izetbegovic, sin embargo, la lección que cabe sacar del para él seguro derribo del avión italiano es que el corredor aéreo debe ser protegido militarmente.
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