Corán y democracia
HOY SE celebra en Marruecos un referéndum convocado por el rey Hassan II para enmendar la Constitución de 1972 y hacer de ella un texto más liberal y acorde con los principios democráticos. Se introducen algunos tímidos avances en materia de control parlamentario y electoral y se consagra el respeto de los derechos humanos como principio rector de la vida política. Se trata de instaurar lo que, en una reciente entrevista con el diario Le Monde, el propio monarca llama una "opción política -la del pluralismo- y un espacio de libertad cotidiana".Tan democráticos propósitos no parecen haber convencido de manera general, empezando por cuatro de los cinco partidos de la oposición integrada en el Bloque Democrático, que han decidido no participar en el referéndum. Sólo los comunistas del Partido del Progreso y el Socialismo opinan que la reforma constitucional propuesta responde a sus aspiraciones y recomiendan el sí.
La reforma constitucional será sin duda aprobada hoy por una sólida mayoría. Pero ello, en sí mismo, no hará más creíble la conversión del rey alauí al liberalismo. La entrevista antes citada es reveladora: pone una y otra vez de manifiesto su paternalismo, su escasa paciencia con la disensión y su voluntad de impedir que su poder personal resulte erosionado. Marruecos se encuentra a caballo entre un sistema político que recurre sistemáticamente a los códigos islámicos para justificar la tiranía y otro que se pretende occidentalizado. Las invocaciones de Hassan II al Corán para explicar su autoritarismo ("el islam me prohibiría establecer una monarquía constitucional en la que el soberano delegaría todos sus poderes y reinaría sin gobemar") deben ser contrastadas con las manifestaciones destinadas a rehuir toda responsabilidad en asuntos como el de la tortura o la existencia de presos políticos: "Hemos decidido que los derechos humanos deben ser respetados; si hay fallos, no me corresponde remediarlos: para eso acudan al primer ministro".
Liberalismo, democracia, modernismo, occidentalización, son conceptos sustancialmente ajenos al islam. A diferencia del cristianismo, el islamismo desdeña la separación de Dios y el César: es al tiempo religión y Estado. Su ley fundamental (religiosa, política, legislativa, judicial y social) es el Corán. Por esta razón, en un país islámico, una Constitución modernizadora y liberalizadora, si no es resultado de un proceso de laicización, es difícilmente concebible. Pero invocar al Corán para justificar algunos de sus preceptos lo es aún más. Cuando Hassan II asume el dificil doble papel de líder religioso y padre político está siendo contradictorio en los términos en uno de los dos aspectos.
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