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ALARMA EN LOS MERCADOS DE CAMBIO Y LAS BOLSAS

Peseta fuerte, peseta débil

La crisis del dólar resucita la polémica sobre el valor de la moneda española

El nerviosismo que han vivido los mercados financieros internacionales durante las últimas dos semanas ha resucitado la vieja polémica sobre la fortaleza de la peseta. El desplome del dólar en beneficio del marco ha situado a la moneda española en situación algo incómoda. Fuerte frente a la divisa estadounidense, la peseta ha perdido más de un 4% de: su valor frente a la divisa alemana desde el mes de junio. El Gobierno insiste en mantener esa situación, como arma de lucha contra la inflación, mientras que los empresarios y los partidos de la oposición han levantado sus voces en favor de una depreciación que mejore la competitividad exterior de la empresas.

La discusión no es nueva. Antes incluso de que el Gobierno español decidiera, en 1989, integrar la peseta en la banda ancha del Sistema Monetario Europeo (SME), los empresarios venían quejándose de lo que consideraban una excesiva fortaleza de la divisa española frente al dólar estadounidense y las divisas europeas, La crítica se acrecentó con la entrada en el SME, aunque las ventajas de los mecanismos de ajuste europeos y la propia euforia por el proceso de unión monetaria acallaron casi todas las voces.Sin embargo, la crisis de los mercados financieros, motivada por el desplome del dólar frente al marco, ha reabierto una herida especialmente dolorosa por la delicada situación de la economía española. Esta vez ha llovido sobre mojado. La fuerte apreciación de la peseta frente al billete verde ha llegado a su punto más alto mientras la balanza comercial seguía cosechando déficits que, por primera vez, no podían ser contrarrestados en su totalidad por los ingresos por turismo y las entradas de capital. Para algunos expertos, se estaba encendiendo una nueva luz roja en la maltrecha economía española. Y, a su juicio, el tipo de cambio de cambio de la peseta está sobrevalorado e impide exportar con garantías o atraer al turismo a nuestro país.

En este contexto, los empresarios han vuelto a insistir en la necesidad de una depreciación de la peseta, apoyados en esta ocasión por el Partido Popular e, incluso, por los nacionalistas catalanes. La propuesta lanzada por el presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, de depreciar la moneda española, supone además el segundo desmarque de CiU frente a la política económica del Gobierno, tras la negativa a apoyar el paquete de medidas económicas presentadas al Parlamento en el mes de julio.

Mientras tanto, el Ejecutivo se mantiene duro en sus planteamientos. El ministro de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga, y la ministra portavoz, Rosa Conde, han sido muy claros al afirmar que la peseta se mantendrá fuerte. El Gobierno ha optado incluso por subir todavía más los tipos de interés, en una muestra más de mantener su divisa, que se une a la intervención directa de días pasados en los mercados cambiarlos.

La polémica no se centra solamente en si hay que depreciar o no la peseta, sino que surge en la propia valoración de la situación real de la moneda española. Aunque todo es cuestión de matices. Esta claro que la divisa española está en una posición de fortaleza frente a un dólar absolutamente depreciado. Sin embargo, la peseta ha perdido valor en el seno del Sistema Monetario Europeo (SME), Tras los últimos acontecimientos, la peseta se mantiene en la, banda positiva de fluctuación. del SME, lo que quiere decir que está algo apreciada frente a. su cambio central. Sin embargo, estos días se ha depreciado (perdido valor) poco a poco frente al marco, siguiendo la evolución de la libra esterlina, que es la que más valor ha perdido frente a la divisa alemana. Los datos muestran que desde el 1 de Junio hasta ayer mismo, la peseta había perdido un 4,3% de su valor frente al marco y las divisas de su entorno (florín holandés, corona danesa y franco belga).

Ventajas e inconvenientes_

Se da, además la circunstancia de que la peseta tuvo que entrar sobrevalorada frente al marco en el SME en 1989 porque así lo exigía la disciplina antiinflacionista, igual que le pasó al escudo portugués cuando decidió, integrarse en el SME la pasada. primavera. Posteriormente, con una política de altos tipos de interés, se ha ido garantizando la. entrada de capitales que aseguraran el mantenimiento de una fuerte paridad de la peseta.

Ante esta situación, analistas, economistas, empresarios y, partidos políticos insisten en que hay que actuar rápidamente contra el valor de la peseta. Las razones que aducen, dentro de la pura ortodoxia económica, se basan en la pérdida de competitividad de las empresas españolas; sobre todo en los sectores exportadores y de turismo. Es cierto que con una peseta sobrevalorada es más difícil vender los productos españoles en el exterior y atraer a un turismo que tiene que pagar más dinero por su vacaciones en España que en otros países con monedas más débiles. Además, el mantenimiento de una peseta exige altos tipos de interés, que ponen frenos a la inversión y a la propia actividad económica. Una divisa fuerte es también contraproducente para los agricultores y algunas industrias.

Por el contrario, mantener la peseta sobrevalorada tiene una serie de ventajas económicas, que son las que esgrime el Gobierno para defender su posición. En primer lugar, una moneda fuerte, sobre todo frente al dólar, es un arma importantísima para la lucha contra la inflación, ya que abarata las importaciones -sobre todo las energéticas, especificadas en dólares- y mantiene una fuerte presión. sobre las empresas industriales para que no suban sus precios, bajo la amenaza implícita de importaciones más baratas. En definitiva, la actual política cambiarla del Gobierno forma parte de un bloque de contención de la inflación y cualquier cambio afectaría a los resultados globales. Además, las necesidades de financiación del déficit público, mediante deuda, pública, obligan al Gobierno a comprometerse con un tipo de cambio estable. Si la peseta pierde atractivo, si cae un 5%, por ejemplo, los inversores dudarán de la credibilidad de la divisa y abandonarán sus activos en pesetas para depositarlos en otras monedas más estables.

Cuestión de opiniones

Las razones de unos y otros, cada una dentro de su propia ortodoxia económica, chocan frontalmente a la hora de cuantificar los resultados de las medidas que se adopten. Los defensores de una peseta fuerte aseguran que una devaluación, o una depreciación, de la moneda tendría un efecto inflacionista al encarecerse las importaciones y que la mejora de la competitividad de las empresas exportadoras sería puramente coyuntural, ya que el propio sistema de altos costes salariales se comería la ganancia en pocos meses. Proponen una mejora de la competitividad de las empresas por la vía de una política de moderación de rentas y de aumento de la productividad.

La peseta se está depreciando frente al marco y las divisas de su entorno en el SME. Además, antes del 1 de enero de 1994 la moneda española debe entrar en la banda estrecha del SME y reajustar su tipo de cambio frente al resto. El modelo italiano, que depreció la lira al pasar de la banda del 6% a las del 2,5% de fluctuación es la que parece que adoptará España cuando decida entrar en la banda estrecha.

Y todo ello en un momento de fuertes incertidumbres en el seno del SME y del proceso de Unión Económica y Monetaria. El referéndum francés sobre el Tratado de Maastricht amenaza con un reajuste en los cambios del SME, sea cual sea el resultado. En este momento se barajan dos escenarios diferentes. El más optimista -un sí francés a Maastricht-, presionaría sobre los gobiernos europeos para relajar sus políticas monetarias y reiniciar la convergencia que parece haberse olvidado. Y la más pesimista -el no en el referéndum-, requeriría una rápida actuación para salvar los mecanismos existentes hasta la fecha -sobre todo el SME-. Ello llevaría consigo un reajuste en las paridades con nuevas apreciaciones del marco y las monedas de su entorno y depreciaciones de la libra esterlina, la lira italiana y la peseta.

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