Gassman reivindica el teatro como escándalo
"Imagino que en este lugar estará completamente prohibido fumar. Por eso me voy a fumar un cigarrillo". Vittorio Gassman comenzó así su clase magistral a los alumnos del Centro Andaluz de Teatro (CAT), dejando claro nada más empezar que el teatro es, sobre todo, escándalo. El actor, que durante dos años dirigió su propia escuela, La Bodega de Teatro, en Florencia, repitió en su corta charla sevillana las ideas que tantas veces ha expresado ,ante periodistas y jóvenes actores. Pero a nadie le importó porque todo sonó a nuevo."No tengo nada contra ningún método, todos pueden ser válidos", dijo el actor, "pero creo que lo fundamental para un actor- sigue siendo jugar y explorar el gran misterio de la palabra".
A la convocatoria no asistieron más de 100 personas. En una sala pequeña y de paredes negras una luz iluminó la silla en-la que Gassman se sentó al comienzo de lu clase. Jóvenes alumnos de teairo, actores profesionales, profesores, curiosos y admiradoras se reunieron para hablar de teatro, o de Gassman, algo que hoy parece ser casi lo mismo. "Le amo desde niña". dijo temblorosa una azafata de la Expo.
El actor -alto, fuerte, guapo- parece más un joven disfrazado de viejo que un hombre de 70 años. Con un guante blanco en la mano derecha -que no era signo de reto a duelo sino que ocultaba la herida que sufrió el primer día de representación de su Moby Dick en el auditorio de la Expo- sacaba de un neceser de baño los cigarros que fumaba.
"Dejé la enseñanza por ética profesional", dijo cuando una joven de la primera fila se quejó de la falta de buenos maestros de teatro. "No tenía ni el tiempo ni las ganas que requiere la enseñanza. Un alumno teatral es algo muy frágil y hay mucha responsabilidad en juego, sobre todo ahora que hay tantos aspirantes. Un maestro debe tener mucho tiempo, ganas y fuerza; si no, pue de destruir para siempre a una persona", continuó el actor. "Fueron buenos años, los jóvenes me dieron un poco de su sangre a cambio de un poco de mi sabiduría".
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