La lucha de dos monstruos
Cuatro monstruos harapientos, mitad leprosos, mitad peregrinos, antecedieron la noche del pasado jueves en la plaza del Auditorio de la Expo 92, en Sevilla, a la aparición de otros dos seres que pueden compartir el mismo apelativo aunque por distintas razones: Moby Dick y Vittorio Gassman.Ambos entablaron una lucha en el escenario que conquistó al público, unas 2.000 personas -la mitad del aforo, las únicas entradas que se pusieron a la venta por el especial montaje de la obra-, que acudió a ver Ulises y la ballena blanca, un montaje inspirado en la novela de Herman Melville que ha creado, dirigido e interpretado Gassman.
Pasacalles, danza y el sermón de Jonás que leyó desde una tribuna un predicador muy especial, Adolfo Marsillach, formaron parte del prólogo de 30 minutos que se desarrolló, junto a un enorme esqueleto de ballena, en la plaza del Auditorio. Tras la introducción, el hijo de Vittorio, Alessandro Gassman -quien encarnaba el papel de Ismael- invitó al público a entrar mientras que la Banda de la Cruz Roja interpretaba a Wagner.
Marsillach, quien leyó un monólogo de cinco minutos en el que recordó a los asistentes lo mala que es la soberbia, cederá el púlpito el día 17 a Nuria Espert. El montaje, que se estará en cartel hasta ese mismo día, se estrenó en el Puerto de Génova, con motivo de la Expo dedicada al mar, el pasado mes de julio.
El esqueleto del 'Pequod'
La puesta en escena, obra del arquitecto Renzo Piano, ocupó por primera vez todo el escenario del Auditorio -2.400 metros cuadrados-, con el enorme armazón de un barco, el ballenero. Pequod, que se ganó la admiración de los asistentes.
Gassman congregó en Sevilla tanto a caras conocidas en el mundo del teatro, entre ellos Fernando Guillén, Francisco Valladares y Gemma Cuervo, como a sus admiradores de toda la vida. Aquellas que, como la sevillana Amparo, se enamoraron de él cuando interpretó La mujer más guapa del mundo bajo las órdenes de Robert Z. Leonard. "Es uno de los mejores actores del mundo", aseguró esta espectadora que no se había interesado demasiado por el teatro de la Expo 92 hasta Gassman.
El director italiano había afirmado el pasado martes, en la presentación del espectáculo, su deseo constante de aventura. "La mayor fortuna de un actor es encontrarse con un incidente en escena", aseguró, y en el estreno sus deseos se cumplieron: un corte en la mano derecha con un arpón con el que iba a cazar la ballena blanca. Le dieron cinco puntos y decliné asistir a una conferencia sobre ballenas.
Babelia
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