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Bush 'roba' a Baker para salvar su campaña

Antonio Caño

El presidente norteamericano, George Bush, jugó ayer su carta más alta en la hatalla por su reelección. Angustiado por las encuestas que pronostican su estrepitosa derrota el 3 de noviembre, el presidente retiró a James Baker del puesto de secretario de Estado para ponerle al frente de su campaña electoral. Bush anunció que Baker ocupará a partir del próximo día 23, justo después de la convención del Partido Republicano, el cargo de jefe de Gabinete de la Casa Blanca, desde donde coordinará los esfuerzos para intentar la victoria de Bush en las elecciones presidenciales.

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La secretaría de Estado quedará temporalmente en manos del hasta ahora número dos del Departamento, Lawrence Eagleburger, un experimentado y capacitado político a quien Baker colocó a su lado durante su gestión. El actual jefe de Gabinete, Samuel Skinner, quien sólo había contribuido a profundizar el bache de popularidad de Bush desde que llegó el año pasado al cargo para sustituir a John Sununu, ha sido propuesto para el cargo de presidente del Partido Republicano.

George Bush intenta que la presencia de Baker, viejo amigo y fiel colaborador del presidente desde hace 35 años, en el epicentro de su equipo electoral provoque ahora el mismo efecto que en 1988, cuando Baker renunció a su puesto de secretario del Tesoro para dirigir la campaña republicana y elevar a Bush desde los 17 puntos de desventaja frente a Michael Dukakis a la victoria en las urnas.

Complicada misión

Esta vez la misión va a ser mucho más complicada. La última encuesta electoral, difundida ayer por la cadena de televisión ABC y el diario The Washington Post, muestra que el candidato demócrata, Bill Clinton, tiene una ventaja sobre George Bush de 26 puntos en su expectativa de voto (61% contra 35%). Estas cifras, un mes después de la celebración de la convención del Partido Demócrata, superan ampliamente lo que se supone que es el crecimiento normal que un candidato experimenta tras su designación oficial.

James Baker vuelve ahora al mismo cargo que ocupó hace ocho años durante el primer mandato de Ronald Reagan, lo que, además de resultar insólito en el marco de una carrera política que se reconoce brillante, supone un gran esfuerzo personal para el hombre que ha conducido acertadamente la política exterior durante los últimos cuatro años.

Baker asunÚrá su nuevo cargo justo un día antes del inicio en Washington de la próxima ronda de conversaciones entre árabes e israelíes -tema al que el secretario de Estado se había dedicado con especial interés-, lo que demuestra la angustiosa necesidad de ayuda que tiene el presidente.

Bush tiene verdadera urgencia en aplicar los conocimientos y el prestigio de Baker a la política nacional, sin importar que este importante relevo haya que hacerlo cuando se está a punto de una intervención militar en Bosnia-Herzegovina o cuando subsiste el riesgo de una nuevo acto de fuerza contra Irak.

El presidente Bush, que.no quiso responder a las preguntas de los periodistas tras el anuncio de ayer, destacó las cualidades personales y profesionales de Baker, a quien llamó "mi amigo". Bush relacionó también este nombramiento con su voluntad de introducir cambios en su política para el segundo mandato.

"Desde Tokio a Tirana", dijo Bush, "Jim Baker es conocido por su talento. Sabe de cambios, y sabe distinguir entre cambios prudentes y cambios enloquecidos. Conoce el Gobierno estadounidense y ha contribuido a la aplicación tanto de la política interior, como de la política económica e internacional".

Balance de gestión

Posteriormente, en un discurso ante sus colaboradores en la sede del Departamento de Estado, que lo recibieron con un largo aplauso, James Baker hizo un balance de su labor, que ha coincidido con el fin de la guera fría, la desaparición de la Unión Soviética y la eliminación de la amenaza nuclear. Baker dijo que esta había sido la decisión más difícil de toda su vida.

El portavoz de la Casa Blanca, Marlin Fitzwater, explicó que "el presidente quiere tener a su alrededor el mejor equipo posible, pensando tanto en la campaña como en el segundo mandato".

"El secretario Baker fortalecerá la aplicación de la política actual y ocupará un papel fundamental en la política del futuro", añadió Fitzwater.

George Bush no se ha atrevido -¿o James Baker no ha querido?- llevar al secretario de Estado como compañero de candidatura en sustitución del vicepresidente Dan Quayle, que naufraga actualmente en su intento de compensar el papel asumido por el candidato vicepresidencial demócrata, Albert Gore.

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