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Maastricht o el caos

Los partidarios franceses del tratado dicen que el triunfo del 'no' senía un desastre

Maastricht o el caos. En esa fórmula se resumen los argumentos de los defensores franceses del Tratado de Unión Europea. François Mitterrand y su predecesor en la presidencia, Valéry Giscard d'Estaing, coinciden en que una victoria del no en el referéndum sobre Maastricht del próximo 20 de septiembre constituirá "una catástrofe para Francia" y "un impredecible paso atrás en la construcción europea". Así pretenden evitar que los enemigos del tratado -el 45% de los franceses, según las últimas encuestas- sigan progresando en estas semanas estivales.

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El frente de los partidarios de Maastricht es heterogéneo, aunque no tanto como el de sus enemigos. Mitterrand y Giscard son sus campeones. El primero lidera desde el palacio del Elíseo las huestes socialistas; el segundo, desde la oposición, las tropas liberales de la Unión para la Democracia Francesa (UDF). Por su parte, Jacques Chirac, el líder de la neogaullista Asamblea para la República (RPR), defiende, pero sólo a título personal y en voz muy baja, el sí.La campafia oficial para el referéndum no comenzará hasta los primeros días de septiembre, pero los dos bandos sostienen ya duros duelos de artillería dialéctica.

Muchos partidarios del tratado comienzan a inquietarse del uso casi exclusivo de argumentos negativos a la hora de defender el sí.

Mitterrand, Pierre Bérégovoy, el primer ministro, y Giscard hablan sobre todo de "paz", poniendo el acento en el recuerdo de los enfrentamientos bélicos entre alemanes y franceses y en los actuales sucesos en los Balcanes. "Maastricht", dice Bérégovoy, "es el seguro de paz de los países de la Comunidad Europea".

El otro argumento utilizado con profusión por socialistas y liberales es el que tiende a despertar el miedo a las consecuencias de un voto francés contrario a Maastricht. El semanario L'Express lo simbolizó con una portada en la que, bajo el título Europa, si Francia dice no..., se veía una estrella amarilla desmembrada sobre el campo azul de la bandera comunitaria.

"El fracaso de Maastricht", escribía Yann de VEcotais, "abrirá las puertas a los dos fenómenos que más dicen temer los enemigos del tratado: la hegemonía alemana en el Este y el triunfo anglosajón en el Oeste".

"Europa se romperá", advirtió Mitterrand en su última intervención televisada del verano, la del pasado 14 de julio. Para el presidente no cabe la menor duda de que la construcción europea es "como una bicicleta: si se deja de pedalear, el ciclista y la máquina se caen".

El problema estriba en que, desde mediados del pasado año, la construcción europea no está de moda en Francia. En cambio, el euroescepticismo encuentra eco en todos los sectores desde los agricultores hasta los camioneros, pasando por los parados, los jóvenes de los suburbios o las clases medias.

El disparatado frente del rechazo es recibido con simpatía. Los enemigos de Maastricht tocan casi todas las teclas del piano político francés. Hay socialistas, neogaullistas, conservadores, comunistas y ultraderechistas.

Este frente invita a los franceses a seguir el ejemplo del pueblo danés. "Atrévase a decir no", proclaman los carteles comunistas que empapelan en las calles de París.

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