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MARIO BENEDETTI Sabre obsesiones y omisiones

Al término de la II Cumbre Iberoamericana, el presidente del Gobierno español fue el primero en reconocer que los resultados habían sido modestos. Quizá hayan sido modestísimos, tanto para las aspiraciones pro domo sua de los mandantes convocados como para las legítimas esperanzas de los pueblos de marras. No por mero azar el Gobierno español reveló con urgencia, pocas horas antes de la llegada de los presidentes mendigos, el alcance de la grave crisis que enfrenta la economía española. El balance era tan doloroso que no habría chocado que alguien propusiera sottovoce hacer una colecta entre los huéspedes de buena voluntad en beneficio del anfitrión herido.La verdad es que el ciudadano común de América Latina ha dedicado escasa atención al V Centenario (la deuda externa les preocupa bastante más que las carabelas de Colón), pero en cambio los gobernantes aspiraban a obtener alguna porción de la torta colombina. Hay que reconocer que los más ágiles (Brasil y Uruguay) se anticiparon a sus colegas y lograron su tajadita.

Fue una lástima que la segunda jornada se realizara a puertas cerradas, ya que la primera fue muy reveladora acerca de las obsesiones y las omisiones de la II Cumbre. La obsesión fue evidentemente Cuba. A veces parecía que el objetivo de la reunión no era consolidar la unidad iberoamericana, cuyas bases teóricas y retóricas se habían esbozado en Guadalajara, sino sencillamente descalificar, acorralar y humillar a Fidel Castro. Desde la frialdad de los saludos protocolarios hasta la decisión de ubicarlo (en la primera cena) en un extremo de la mesa y nada menos que junto a Endara, connotado Quisling panameño, todo estuvo diseñado para que el presidente cubano se sintiera incómodo y segregado. Juzgada retroactivamente, la I Cumbre había mostrado, en cambio, de parte del Gobierno mexicano, un trato bastante más equitativo, y aquella actitud obligó entonces a los demás participantes a respetar las normas impuestas por el país anfitrión.De todos modos, ya que la meta era hostigar a Cuba, habría sido mucho mejor llamar a las cosas por su nombre real y no en alusión indirecta, ya que, tal como se dio el juego, dio pie a que toda la prensa española, cada vez que un participante hablaba de democracia, derechos humanos, exiliados o presos políticos, diera por sentado que sólo se refería a la actual situación cubana, como si los demás países hubieran sido previa y premeditadamente exculpados de cualquier pecado de lesa democracia.

No obstante, si la sinceridad hubiera sido la pauta de la conferencia y de la repercusión periodística, se podría haber recordado que presos políticos hay también en Chile (restos del periodo Pinochet, que el Gobierno del democristiano Aylwin no se ha atrevido a liberar), Perú, Argentina, Panamá, Guatemala, etcétera, y que al menos los dos últimos países tienen un buen número de exiliados. Al menos los medios de comunicación podrían haber informado que Joaquín Balaguer, otrora incondicional del dictador Trujillo, si en 1966 obtuvo por segunda vez el poder fue gracias al apoyo de los marines norteamericanos. Cuando dedicó su abusivo discurso de 24 minutos (el tiempo marcado para cada participante era de siete) a las vicisitudes de la lengua castellana y lo adornó con citas de varios preclaros, alguien pudo pensar que se había equivocado de cumbre, pero su docta monserga fue quizá una astuta operación de distracción a fin de que nadie le citara a otro escritor, Juan Bosch, primer presidente democráticamente electo en la República Dominicana, a quien el profesor y erudito Balaguer contribuyó a defenestrar.

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Alguien podría haber recordado asimismo que Endara fue ungido presidente de Panamá en una base norteamericana de la zona del Canal, y que avaló, con su entusiasta silencio, la destrucción de barrios panameños por los marínes de siempre, así como la muerte de cientos de civiles, todo ello con el fin de que Estados Unidos se apoderara de un solo hombre, el general Noriega, en un anticipo de ,lo que ahora ha venido a autorizar la descarada sentencia del Tribunal Supremo norteamericano.

Otro tema omitido en la cumbre fue la corrupción, pero aquí la negligencia es comprensible, ya que habría sido poco delicado mencionar el espinoso tema cuando en Argentina esperan al presidente Menem las instancias del Yomagate, y en Brasil el presidente Collor de Melo enfrenta acusaciones de cohecho y amenazas de juicio. Pero ya que de señalar a Cuba se trataba, algún analista podría haber mencionado que mientras en ese país ningún niño muere de hambre ni de falta de atención médica, en el democrático Brasil, y en apenas 10 meses, los grupos de exterminio asesinaron a 340 niños sólo en Río de Janeiro. El presidente González dijo, en conferencia de prensa posterior a la cumbre, que es preferible ser pobre con libertad que pobre sin libertad. De acuerdo. No obstante, tengo mis dudas de que esos 340 niños, más los 447 ejecutados en 1990, hayan advertido, antes de ser eliminados por los escuadrones de la muerte, el privilegio que significa "ser pobre en libertad".

Quizá el olvido más vergonzante de la II Cumbre tuvo que ver con Estados Unidos. Sólo Cuba (con sus más de 30 años de bloqueo) y México (recientemente afectado por la sentencia del Tribunal Supremo) se atrevieron a mencionar a ese convidado de piedra. Resulta verdaderamente increíble que en una reunión de casi 20 mandatarios iberoamericanos, apenas dos de ellos hayan osado decir el nombre de la potencia que los explota, impide su desarrollo, les cobra intereses leoninos, viola su soberanía y entrenó en su momento a sus torturadores.

El mero hecho de que, junto a la creación de un fondo para atender a las poblaciones indígenas (según algún vocero de la Cumbre Indigenista alternativa, será un fondo "por los indios, para los indios, pero sin los indios") y al reclamo contra la sentencia del Tribunal Supremo norteamericano que autoriza los secuestros en cualquier lugar del mundo, no se haya denunciado colectivamente el bloqueo masivo que desde hace más de 30 años sufre uno de los países miembros de una Comunidad que en los papeles se proclama unida y fraterna significa una muestra de escandalosa amnesia y establece un canon de insolidaridad.

¿Será tan dificil advertir que esa omisión discriminatoria no sólo afecta a Cuba, sino que bloquea el futuro mismo de la comunidad iberoamericana que se pretende impulsar? Como bien dijo el gran escritor portugués José Saramago, "antes de pensar en exportar la democracia misioneramente, como una religión nueva, al resto del mundo, deberíamos buscar la manera de producirla y distribuirla mejor en nuestra propia casa".

es escritor uruguayo.

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