Muerte y justicia
Mi más cordial enhorabuena a los señores Naseiro, Sanchís y Palop. Me alegro más que nadie de que se hayan levantado los cargos contra ellos, pues yo mismo me vi envuelto en un caso parecido: tras acudir al médico, éste me diagnosticó una enfermedad incurable; afortunadamente, descubrí que había utilizado conmigo varias técnicas ilegales. Puse el asunto en manos de los jueces y me dieron la razón. Ya no me muero- .
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