La perspectiva de una guerra con Bagdad complica la campaña de Bush
El presidente George Bush no contaba con que un nuevo problema con Irak le iba a estallar en las manos cuando preparó sus discursos para la campaña electoral.Hasta ayer mismo, Bush seguía rentabilizando en sus comparecencias ante los electores la victoria norteamericana en la guerra del Golfo y declinaba realizar referencia alguna a la nueva crisis con el presidente iraquí, Sadam Hussein, que monopoliza la atención pública.
Tampoco las nuevas "provocaciones" del líder de Bagdad favorecen la intención de Bush de trasladar al secretario de Estado norteamericano, James Baker, a su equipo electoral para intentar conjuntamente dar un giro a las deprimidas expectativas electorales republicanas.
Frente a la posibilidad de un nuevo conflicto, la incorporación del principal responsable de la diplomacia norteamericana a una operación de política interior para salvar a su amigo Bush de los malos resultados de las encuestas parece menos conveniente que nunca.
Sin embargo, George Bush cuenta con un compromiso público de sus rivales demócratas de que respaldarán sus decisiones sobre el castigo que desee imponer al incumplimiento de las resoluciones de las Naciones Unidas por parte del Gobierno de Irak.
El presidente norteamericano, que parecía decidido a poner por delante los problemas domésticos para tratar de recuperar su popularidad ante el electorado, tiene ahora que concentrarse en una de los mayores crisis internacionales que atraviesa Estados Unidos desde que finalizó la guerra del Golfo.
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