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Una ciudad en la campaña

Nueva York siempre ha votado a los demócratas, incluso en las décadas en que estaba claro que eran el partido perdedor. Tanto es así que Reagan y Bush siempre han desdeñado a la ciudad, y no se han andado con contemplaciones a la hora de conceder beneficios fiscales para la desertización urbana. Pero los demócratas saben que esta vez tienen verdaderas posibilidades de ganar. Necesitan mucho la victoria: no ha habido un demócrata en la Casa Blanca desde Jimmy Carter.

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La convención demócrata comienza en Nueva York con el objetivo de olvidar divisiones internas

El mes de julio ha sido templado en Nueva York. Aunque la ciudad parecía tranquila durante el 4 de julio, mientras daba la bienvenida a los increíbles barcos internacionales, y a la Niña, la Pinta y la Santa María, lo que en verdad la tenía ocupada era la preparación de la Convención Demócrata Nacional que se celebra allí. del 13 al 16 de julio.La cuestión esencial de las próximas elecciones es, la económica.. Por primera vez en su historia, Norteamérica ha pasado de ser un país en el que predominaba la clase media a convertirse en una nación de unos muy ricos y otros muy pobres. El país está escandalizado de hasta qué punto la riqueza de los ricos se ha hinchado en los últimos 15 años; la clase media está furiosa y se siente, privada de sus derechos. La oleada de apoyo a ese extraño hombre de Texas, el magnate Ross Perot, es un síntoma de esa irritación pero, a diferencia de la revolución contracultural de los jóvenes de los años sesenta y de la protesta anti Vietnam, es difícil calcular el alcance de esta protesta, porque la clase media no hace manifestaciones, ni organiza marchas, ni viste ropas caras, ni arroja piedras. El desencanto general con el Gobierno puede palparse -una pegatina que se ha puesto muy de moda en los parachoques de los coches dice: "No votes. Sólo servirá para animarlos"- Casi de la noche a la mañana, los años de Reagan y Bush han perdido su legitimidad. Nadie tiene muy claro cuáles serán las soluciones para Norteamérica, pero existe un acuerdo casi unánime en cuanto a que durante los últimos 15 años el país se ha, echado a perder. El paro es elevado, el sistema escolar es malo, no hay una política sanitaria nacional, la clase media, no sale adelante ni siquiera con dos salarios y, sin ningún enemigo externo' por el que decidirse, los votantes están pasmados de ver lo ricos que se han hecho los más ricos.

Por lo general, estas circunstancias significarían una clara victoria para los demócratas, pero el partido ha estado avanzando a trompicones durante mucho tiempo. Si han de arrebatarle al Partido Republicano su tradicional electorado de clase media y trabajadora, tendrán que definir con precisión la imagen de quiénes son y a quién representan.

Un modelo personal

Sería tan fatuo que Bill Clinton, el principal contendiente, imita ra el estilo de Kennedy como lo sería que un escritor contemporáneo imitara a Ernest Hemingway o a F. Scott Fitzgerald. El legado de Kennedy es algo enormemente personal; evoca su tragedia, su juventud, su Camelot. Su esencia no puede legarse al Partido Demócrata. Michael Dukakis, el antiguo gobernador del Estado natal de Kennedy, Massachussets, salió muy mal parado en la última campaña presidencial cuando intentó asumir la aureola de Kennedy a ni vel nacional. En general, el país recela del liberalismo elitista de Boston-Harvard-Kennedy, que percibe como vagamente asocia do a los valores contraculturales. Aunque, en realidad, el origen de Bush es mucho más aristocrático que el de Dukakis, Bush adquirió un campechano estilo norte americano en sus años como pe trolero en Tejas.

Los otros modelos de presidentes demócratas que Clinton puede encontrar en el pasado no sirven para nada: la presidencia de Jimmy Carter vio su fin con el fracaso del rescate de los rehenes de Irán, y en la era de Lyndon Johnson la nación se vio rechazada por la guerra de Vietnam. El mejor paralelismo para lo que está pasando ahora en Norte américa es 1932, cuando Franklin Delano Roosevelt, gobernador de Nueva York, fue elegido para sacar al país de la profunda depresión que siguió a la quiebra del mercado bursátil y a los es cándalos bancarios de finales de los años veinte. Nueva York es el lugar lógico para empezar la campaña demócrata- ha sido la única ciudad norteamericana importante que no ha tenido verdaderos disturbios raciales en los últimos. 30 años, a pesar de ser la ciudad que antes y durante más tiempo se ha visto afectada por la actual depresión económica. Durante los disturbios de Los Ángeles, la ciudad contuvo su aliento, las tiendas y los colegios cerraban temprano, pero no hubo incidentes. La ciudad ha sido capaz de contener las tensiones raciales, en cierto modo porque esa parte de la vieja infraestructura liberal que remite a los días de Roosevelt, aunque se encuentra en muy mal estado, todavía existe. La principal ocupación de la ciudad es la cultura, y eso también contribuye a crear un tejido manejable que impide que la olla racial se desborde. Si el partido se deja cautivar simplemente por las ideas de contracultura y de separatismo étnico -como ha hecho en su pasado reciente-, perderá. En la convención, el partido tiene que unificarse como el partido del centro liberal autóctono de esta ciudad.

Jesse Jackson, el líder de los negros dentro del partido, será más moderado que hace cuatro años, más en la línea de Dinkins, el alcalde negro moderado de Nueva York. El aborto es el otro tema importante. Bill Clinton y el partido están categóricamente a favor de la libertad de elección; esperan hacerse con un amplio sector del voto femenino, además del voto de muchos norteamericanos que temen que cuatro años más de Bush obligaran al país a cargar con un Tribunal Supremo excesivamente conservador durante las proximas décadas.

El voto católico

Los demócratas no temen perder el voto de los católicos -ha habido una revolución dentro de la Iglesia Católica norteamericana que está en profundo desacuerdo con el Papa; se considera que es el Papa adecuado para los países subdesarrollados, pero no para Estados Unidos- En Norteamérica, una abrumadora mayoría de católicos practicantes considera el aborto y el control de la natalidad como un asunto privado, y no de la Iglesia. Los antiabortistas radicales tienen más fuerza en el suroeste, en parte del país donde, los demócratas no esperan ganar.

Mientras tanto, en el campo contrario, continúa la enconada lucha entre el petrolero de Tejas trasplantado-desde-el-Este, George Bush, y el empresario/ tecnócrata magnate de Dallas oriando-de-Tejas, Ross Perot, quien afirma que se presentará como candidato por libre; esto hace que el resultado de estas elecciones sea imprevisible. Haber vivido en Tejas ayuda a comprender el fenómeno Perot. Yo viví en. los años sesenta, el año antes de que Kennedy fuera asesinado, cuando mi marido, profesor de la Facultad de Derecho de Yale, fue trasladado a la Facultad de Derecho de la Universidad de Tejas, en Austin, la capital del Estado, para ayudar a adaptar el derecho político de Estados Unidos al plan de estudios oficial de la Facultad de Derecho. Muchos tejanos todavía se veían a sí mismos como independientes de Estados Unidos, y sólo se consideraban, responsables ante sus propias ideas de rigurosa justicia. Durante un tiempo, el desdén de Perot por el Gobierno y sus hábiles sistemas para evitarlo han tenido un enorme atractivo para una Norteamérica desencantada y enfurecida, y han pasado por ser liberales. Bush, como tejano, lo ve de otra manera. Él y Perot se sacan los trapos sucios, los dos saben qué es lo que el otro ha robado, y el cómo y el por qué, y todo esto saldrá a relucir a medida que la lucha se vaya haciendo más sucia. En Tiempos modernos, Charles Chaplin se inspiró en un tipo como Perot, el millonario norteamericano nacido en Francia que se ha hecho a sí mismo, Charles Bedaux. El sistema socioeconómico de Bedaux fue llamado equivalismo. Al igual que Perot, se veía a sí mismo como héroe del hombre mediocre y más poderoso que el Gobierno. Acabó suicidándose en una cárcel norteamericana, mientras esperaba a ser juzgado por haber conspirado con los nazis en Francia y Marruecos durante la II Guerra Mundial.

Barbara Probst Solomon es escritora y periodista estadounidense.

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