La Barcelona olímpica oculta su mercado del sexo
Prostitutas y travestidos, obligados a dejar la Diagonal e instalarse en una zona industrial
La plana mayor del Comité Olímpico Internacional (COI) no podrá ver el escaparate del sexo de Barcelona. Ni los jefes de Estado y de Gobierno que acudan a los Juegos Olímpicos. La escoba municipal ha limpiado las inmediaciones de los hoteles que alojarán a las autoridades, hasta el pasado 6 de julio área de trabajo de prostitutas y travestidos que lucían sin rubor sus encantos. El mercado del sexo, instalado junto al Camp Nou, entre los hoteles Princesa Sofía y Juan Carlos I que acogerán a las máximas autoridades civiles y olímpicas, está de mudanza forzada. Prostitutas y travestidos esperarán ahora a sus clientes en la soledad del polígono industrial de la Zona Franca.
"Que se sepa: vamos a luchar, y si hace falta, cortaremos la Diagonal. Somos gente competente y tenemos que comer". Luisa, de 38 años, casi consigue arrancar los aplausos de una veintena de prostitutas que trabajaban en los aledaños del estadio del FC Barcelona. Era en la madrugada del pasado día cinco de junio. La víspera, Luisa tomó un taxi para viajar con otras dos compañeras hasta la Zona Franca, situada a 10 kilómetros del centro de Barcelona. Iban a inspeccionar el nuevo escenario sugerido por el Ayuntamiento. Su impresión no pudo ser más negativa: "Lo vi fatal. Hay poca luz y por allí no pasa nadie. Está toda la porquería: drogas, gitanos que delinquen. Habrá que ir con cuatro ojos o nos van a matar".Tienen auténtico pánico a los gitanos que viven en Casa Antúnez, junto a la Zona Franca, y a los traficantes de droga de Sant Cosme, barrio de El Prat de Llobregat donde hace unos meses los vecinos montaron patrullas urbanas para denunciar la escasa presencia policial y apalear a drogadictos. "Los travestidos nos han explicado que el otro día fueron con guitarras a tocar unas rumbas y les dijeron que ya les esperaban", explicaba esa fría madrugada de ánimos calientes Sonia, de 20 años. La joven prostituta dibujaba para sí un trágico destino: "Nos rodearán con cuchillos y nos quitarán todo el dinero. Esto no es ninguna broma. Tengo una hija y tenemos que seguir comiendo". Su compañero, Javier, susurra quitando hierro al asunto: "Están alborotadas porque los clientes les han dicho que allí no van ni locos".
Conflictividad
Carolina, un travestido que cursó estudios universitarios, vislumbraba una conflictividad inevitable con algunos gitanos: "La prostitución, atrae delincuencia. Si la sitúas en un lugar de extracción media alta, donde, se mueve dinero como aquí [en el lado mar de la avenida de la Diagonal, junto a centros universitarios y entre el Club de Polo y el Camp Nou], al igual que pasa en Roma o en París, no ocurre nada. Pero si la mezclas con otro problema social, como el tráfico de drogas, explota". Nada tienen contra los Juegos. Y han buscado soluciones a primera vista aplastantes: sus horarios de trabajo no coincidirán con las pruebas deportivas. Las medidas de seguridad que se aplicarán en el área olímpica tampoco les valen: "Si nosotras no vamos a provocar incidentes", razonan, "no tienen por qué echarnos". "En el Camp Nou", ponen como ejemplo, "ha habido conciertos y partidos, y no hemos aparecido hasta que se han acabado. Si quieren podemos reducir la jornada de doce de la noche a seis de la mañana o situamos temporalmente en un lugar mejor". "Durante los Mundiales de fútbol de 1982 nos ocupábamos con suecos y alemanes enfrente del campo y delante de la policía", espeta la Gallegui. Cada vez más exaltada gritaba: "Y ahora se van a escandalizar; se van a hacer los estrechos. En Italia, las prostitutas, mientras trabajan, ven los cascos de la guardia suiza del Vaticano".Las autoridades municipales no atendieron estos planteamientos, como tampoco se hicieron eco con anterioridad de las continuas quejas planteadas por los responsables de las universidades de Barcelona y Politécnica de Cataluña. Sus universitarios han compartido durante años las calles con prostitutas y travestidos. Los Juegos son ahora pretexto suficiente, como lo fue en su momento el Congreso Eucarístico Internacional de Barcelona de 1952. Las prostitutas que ejercían su oficio en la capital catalana fueron entonces trasladadas a Gerona.
El Ayuntamiento impide el ejercicio de la prostitución callejera en el área de Diagonal "por razones de seguridad olímpica", según acuerdo del gobierno municipal, que pese a las críticas de los vecinos de la Zona Franca, de prostitutas y travestidos y del concejal de Sants-Montjüic ha forzadola mudanza del mercado del sexo al polígono industrial.
El traslado forzoso comenzó durante la madrugada del pasado 6 de julio. La zona fue acordonada por patrullas de la Guardia Urbana, que impideron la circulación de vehículos. Los clientes, que la víspera abarrotaban la zona y soportaban estoicamente los atascos provocados por algunos automovilistas que negociaban sus tarifas, no podían alcanzar su objetivo.
Los travestidos se movilizaron. Unos 50 fueron detenidos tras haber cortado en dos ocasiones el tráfico en la avenida de la Diagonal, a la altura del Princesa Sofía, el hotel que alojará a los miembros del Comité Olímpico Internacional. Las prostitutas, que habían anunciado su intención de manifestarse contra esta decisión, hicieron acto de presencia, pero no secundaron la protesta de los travestidos, que fueron detenidos. Uno de ellos pasó a disposición judicial.
"Iremos a la Zona Franca, pero exigimos protección: iremos con palos y aerosoles de gases de autodefensa. Y el primero que venga a molestar saldrá escaldado", sentenciaba Antonia Romero, de 68 años. Conocida con el sobrenombre de La Mami, Antonia regentaba un pequeño chiringuito en la zona, utilizado por las prostitutas para avituallarse de bebida y comida. La Mami se trasladó con prostitutas y travestidos el pasado martes a la Zona Franca, que acoge ahora el mercado del sexo.
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