Tres heridos leves en el primero de los encierros
Dos jóvenes norteamericanos y un vecino de Burlada resultaron heridos de carácter leve en el primero de los encierros de toros de las fiestas de San Fermín 1992.Las reses de la ganadería sevillana de José Ortega Sánchez realizaron un recorrido rápido, aunque accidentado, y no empitonaron a ningún corredor. Charlie Finkle, de 23 años de edad, natural de la ciudad californiana de Newporth, fue golpeado por un toro en la calle de los Mercaderes. Según el parte médico facilitado por el hospital de Navarra, Finkle presentaba traumatismo craneoencefálico leve y una herida inciso-contusa en el cuero cabelludo. Fue dado de alta a las pocas horas. También fue atendido otro estadounidense, Eldridge Crabble, de 24 años de edad y natural de Virginia, a quien se le apreció fractura de la clavícula derecha. Fue dado de alta poco después. Asimismo, Tomás Jesús Senosiáin, de 23 años, natural de Burlada, resultó herido leve. Por otra parte, la enfermería de la plaza de toros informó que al finalizar el espectáculo de las vaquillas fue atendido con un traumatismo torácico Antonio T., de 35 años, cuyo estado tampoco revestía gravedad.
Estado de los adoquines
El primer encierro de las fiestas evidenció que el principal problema sigue siendo el estado de los adoquines por el que discurre la carrera. El Ayuntamiento decidió este año cerrar los bares de la calle de la Estafeta a las seis de la mañana para limpiar todo el trazado con una nueva máquina que elimina la suciedad acumulada durante la noche. Así se hizo ayer, pero, debido a las frescas temperaturas, a la hora del encierro -las ocho de la mañana- la calle de la Estafeta presentaba un piso mojado que provocó abundantes caídas de toros, cabestros y mozos.
Como siempre, la manada se rompió en la curva de Mercaderes y Estafeta. A partir de ahí, y con un número de corredores mucho menor que el habitual en cualquier 7 de julio, los astados se rezagaron y arremetieron contra vallados y corredores, dándose la vuelta en numerosas ocasiones. Los mozos tuvieron que tirar de periódico para llevarlos hasta los corrales de la plaza. En el callejón, uno de los morlacos se volvió tras una caída y a punto estuvo de hacer una escabechina con un corredor extranjero, al que no empitonó por milímetros.
Babelia
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