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Bush expresa su disgusto por la decisión del Supremo de no ilegalizar el aborto libre

Antonio Caño

El presidente norteamericano, George Bush, expresó ayer su desacuerdo con la decisión que tomó el lunes el Tribunal Supremo sobre el aborto, porque, aunque impuso ciertas limitaciones a su práctica, no lo desautorizó por completo. Las encuestas demuestran, sin embargo, que la máxima autoridad judicial actuó bastante en sintonía con la opinión de la mayoría de los norteamericanos. Él presidente, que no es partidario del aborto más que en los casos de violación, malformación del feto o peligro para la vida de la madre, dijo que esperaba que el Supremo se hubiera pronunciado en contra de la famosa sentencia Roe versus Wade, que legalizó hace 19 años la interrupción voluntaria del embarazo.

Bush aplaudió, sin embargo, la decisión del Tribunal Supremo de respaldar la mayoría de las restricciones impuestas anteriormente por el estado de Pennsylvania, especialmente aquélla que obliga a las menores de edad a disponer del permiso de los padres antes de someterse a un aborto. "Creo que es muy bueno. Creo que eso ayuda a fortalecer la familia", declaró en un programa de televisión.La decisión del Supremo se ha convertido en el tema de debate favorito en medio de la campaña para las elecciones presidenciales del próximo mes de noviembre. Los dos principales rivales de Bush, el demócrata Bill Clinton y el independiente Ross Perot, se manifestaron a favor de mantener ese derecho de las mujeres.

Perot no quiso, comentar con detalles la sentencia y se limitó a decir que lo más importante es garantizar que el aborto sea "una decisión de la mujer". Clinton, por su parte, no sólo defendió la sentencia sino que lamentó las restricciones impuestas y confesó que algunas de las decisiones habían sido "muy preocupantes".

La sensibilidad mayoritaria

Las reacciones hechas públicas confirmaron la primera impresión de que los nueve jueces que dictaminaron sobre el asunto no dejaron totalmente satisfecho a ningún grupo, pero sí parece que tuvieron sensibilidad para calcular la opinión del norteamericano medio.Una encuesta publicada ayer por The Washington Post muestra que un 55% de los norteamericanos está de acuerdo con la decisión del Tribunal de respaldar la sentencia Roe, aunque el 57% cree que la falta de recursos económicos no es razón suficiente para abortar. Un 56% de la población es partidario de que, tras la sentencia del lunes, todos los estados del país incorporen en sus legislaciones las mismas restricciones que en Pennsylvania. Una gran mayoría -el 80%- está a favor de que los padres tengan que dar su consentimiento a las menores de edad.

Esto no impide que las organizaciones pro abortistas se hayan movilizado para alertar del peligro de esas limitaciones, cuyo uso abusivo puede paralizar de hecho la práctica del aborto, y en contra de nuevos intentos para acabar con la sentencia Roe, que sólo ha pasado esta vez en el Supremo con una votación de cinco contra cuatro. Uno de los jueces que votaron a favor tiene 83 años y, aunque los nombramientos son vitalicios, su jubilación está a la vuelta de la esquina. La sustitución de ese juez por otro más conservador podría permitir finalmente, sobre todo si Bush gana las elecciones, la ilegalización del aborto.

Por el momento, parece haberse contenido el intento de tres estados que planificaban una prohibición total, pero Patricia Ireland, presidenta de la Organización Nacional de Mujeres, advirtió que el peligro de que el aborto desaparezca de EE UU sigue estando presente y anunció una campaña en defensa de ese derecho. Ireland presidió una concentración de varios cientos de mujeres el martes en la Casa Blanca, con pancartas en las que se leía: "El Gobierno, fuera de mi útero".

Un comité de la Cámara de Representantes, controlada por los demócratas, votó el martes a favor de introducir una ley, conocida como Libertad de Elección, para evitar que las restricciones introducidas por el Supremo anulen la práctica del aborto.

Otro proyecto será discutido esta misma semana en el Senado, donde el líder de la mayoría demócrata, George Mitchell, declaró que es necesario reestablecer el principio de que las mujeres puedan decidir sobre la reproducción "sin interferencias coercitivas del Gobierno". Las votaciones de ambos proyectos, que corregirían las decisiones del Supremo, se deben llevar a cabo en el plazo aproximado de un mes.

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