El "irresistible ascenso" del general Lino Oviedo en Paraguay
La nueva Constitución abre la carrera para la sucesión presidencial
La entrada en vigor de la nueva Constitución de Paraguay, con la prohibición de reelegir al actual presidente, general Andrés Rodríguez, abre ya la carrera por la sucesión en el seno del Partido Colorado. Al mismo tiempo, persisten en Paraguay las dudas sobre las intenciones reales y los límites de la irresistible ascensión del hombre fuerte del arma de Caballería, general de división Lino Oviedo. El pasado lunes, un general Rodríguez, visiblemente emocionado juró al fin, a su manera, la nueva Constitución de Paraguay.
Se puso fin así a una crisis política, que llenó de inquietudes y rumores al país, donde se llegó incluso a temer la posibilidad de alguna variante de golpe. El juramento de Rodríguez la realizó -a su manera- ante el Congreso y no en la forma estipulada por la nueva Constitución, que exigía el juramento ante la Convención Nacional Constituyente.A los 69 años, Rodríguez conserva casi intacta la popularidad que le proporcionó el golpe contra su consuegro, el dictador Alfredo Stroessner, en febrero de 1989 y que le permitió ganar la elección presidencial con más del 70 % de los votos en mayo ese mismo año. En las elecciones de 1993 como candidato de los colorados, Rodríguez habría resultado un candidato imbatible.
El general había anunciado repetidas veces su intención de no presentarse a la reelección, pero los opositores y los colorados que aspiran a sucederle en la presidencia temían una maniobra de ultima hora que le hiciese revocar su promesa. De hecho, en el entorno del general se ha hecho una campaña de propaganda que indicaba la intención de recleción de Rodríguez.
Sólo una disposición transitoria de la nueva Constitución ha abortado cualquier posibilidad legal de reelección. Con esto se satisfacen también los deseos de Estados Unidos, que no cesa de expresar su disconformidad con la posible reelección de Rodríguez. Para Washington, Rodríguez fue útil para acabar con la dictadura, pero siempre han sospechado que estaba vinculado con el narcotráfico.
Descartada su reelección, Rodríguez corre el riesgo de convertirse, hasta el final de su mandato dentro de un año, en lo que en EE UU se llama un "pato paralítico". Ya ha sonado el pistoletazo de salida por el liderazgo del centenario Partido Colorado que gobierna Paraguay en alianza abierta con las Fuerzas Annadas desde hace décadas. Los colorados son hoy una auténtica jaula de grillos, con más de una docena de corrientes internas, ante el mero olor del poder que Rodríguez deberá abandonar.
En este escenario político se registra el irresistible ascenso de Lino Oviedo, el coronel de Caballería que el día del golpe detuvo, en persona y granada en mano, al dictador Stroessner. Oviedo pasó en tres años de coronel a general de división y manda hoy el primer cuerpo del ejército con la caballería, el árma de Rodríguez, instrumento del golpe contra Stroessner y factor decisivo en cualquier tentativa militar.
Árbitro de la situación
Oviedo, de unos 50 años, puede convertirse muy pronto en hombre fuerte y árbitro de la política paraguaya ante el retiro de Rodríguez y la división colorada.A pesar de que no deja de insistir en que no tiene ambición política, días antes de la crisis por la firma de la Constitución, Oviedo se había reunido con militantes colorados del sector stronista, que tienen prohibida su actividad política por decisión de Rodríguez.
Circula también en medios diplomáticos de Asunción la versión, de que Oviedo aportó una ayuda económica a Luis María Argafía, ex presidente de la Corte Suprema en tiempos de Stroessner, ex canciller de Rodríguez y recién destituído presidente colorado, tras la votación en la Constituyente en contra de la reelección de Rodríguez. Se atribuye a Argaña haber manejado entre bastidores la votación de los colorados que incluyeron la no reelección de Rodríguez.
Los contactos de Oviedo con los stronistas y con Argaña se interpretan en Paraguay como los de un militar con un proyecto político que le llevaría a la presidencia en 1998, tras pasar por el mando supremo del Ejército.
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