_
_
_
_

Los rehenes de los que nadie se acordaba

El pasado de Struebig -Pudo influir en el olvido de los últimos occidentales -Presos en Líbano

Thomas Kemptner, uno de los dos rehenes alemanes liberados ayer en Beirut, tenía 27 años cuando fue secuestrado el 16 de mayo de 1989. Hacía sólo 10 días que había llegado a Líbano 11 para prestar un servicio para la paz" a la organización de ayuda ASME Humanitas, un pequeño grupo alemán que operaba en los campos de refugiados palestinos. Para entonces, dicen algunos de sus compañeros, estaba ya harto de la experiencia y quería volver a Alemania.De quien posiblemente estuviera harto Kemptner es del personaje que acabó siendo durante más de tres años su compañero en el infierno beirutí de los rehenes occidentales: el patrón de ASME Humanitas, un ex minero egocéntrico y con fama de dictador llamado Heinrich Struebig.

Más información
Bonn niega haber pagado rescate alguno

Divorciado y con cinco hijos, Struebig tenía 48 años cuando fue secuestrado. Quienes le conocen aseguran que cruzaba los frentes de combate con una pasmosa seguridad, producto tal vez de que en un principio ASME Humanitas contaba con protección de la OLP. Cuando la OLP perdió fuerza en la zona, el protector de turno fue la milicia prosiria Amal, de Nabib Berri, rival del grupo Hezbolá, que acabaría siendo su carcelero.

ASME Humanitas, ya desaparecida, se había instalado en Líbano en 1987 y Struebig era el director de la delegación en el campo de refugiados de Miyé. Desde el primer momento, el Ministerio de Exteriores alemán les advirtió del peligro que corrían, pero fue tras la condena en Alemania de los hermanos Hamadi, cuando los alemanes tenían todos los números en la rifa de los secuestros.

Por eso, cuando cayeron en manos de sus captores, la reacción en su país no fue de simpatía, y la prensa hizo pública su irresponsabilidad y el tempestuoso currículo vital de Struebig, quien, ya en 1976, cuando fue gerente de la organización de Ayuda Médica Internacional en Francfort, fue condenado, por negligencia, a devolver 30.000 marcos (dos millones de pesetas). En 1986 se encontró de nuevo ante los tribunales acusado de fraude, aunque fue absuelto.

Los dos últimos rehenes occidentales en Líbano fueron olvidados hasta que comenzó el goteo de presos liberados en otoño pasado. Una de las hijas de Struebig, Frauke, de 27 años, salió en defensa de su padre y negó las acusaciones de que era un espía o un traficante.

Después volvió el silencio.

Las navidades pasadas, sin embargo, los alemanes pudieron ver por televisión un patético vídeo enviado por los secuestradores en el que Kemptner y Struebig, felicitaban las fiestas y leían un mensaje en el que exigían la liberación de los Hamadi. Luego, de nuevo el olvido.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_