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La carencia y contaminación de recursos hídricos mina la salud y la paz mundial

El agua en la Tierra es abundante, hasta el punto de que se le llama el planeta azul, pues éste es el color que tiene observado desde el espacio. Pero, desgraciadamente, el 94% es agua salada y la mayor parte del restante 6% se encuentra inaccesible bajo la capa terrestre o en los glaciares. A esta escasez natural se unen dos importantes problemas ecológicos actuales: el derroche y la contaminación. La Unesco indica que en 15 o 20 años la escasez del agua será el principal problema ecológico y político que afrontará la humanidad.

La población humana dispone, según cálculos de Naciones Unidas, de un suministro anual de sólo 9.000 kilómetros cúbicos de agua dulce. Esta cantidad, bien distribuida por todo el planeta, sería suficiente, pero las lluvias -como casi todo- no se reparten equitativamente. Veinticinco países en Oriente Próximo y el norte de África padecen sed crónica. Y esta escasez provoca sangrientos enfrentamientos. La Unesco ha alertado que el agua se puede convertir en el origen de los futuros conflictos bélicos en lugar del petróleo o la conquista de nuevos territorios.Así, Israel y los países árabes mantienen en la Cumbre de la Tierra su guerra particular por el dominio de los recursos hídricos de Oriente Medio. Según los representantes árabes, y especialmente los palestinos, el control del agua es uno de los principales medios que utiliza Israel para oprimir a las poblaciones de los territorios ocupados. Un informe reciente del Gobierno de EE UU detalla diez puntos del planeta donde acorto plazo pueden desencadenarse guerras locales por el control de las fuentes de agua, informa Efe.

Por si esta deficiencia no fuera poco problema, los hábitos actuales del hombre se basan en derrochar y ensuciar lo poco que hay. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el norteamericano consume como media 70 veces más agua que el habitante de Ghana. Pero no hay que centrar el problema en el consumo doméstico, que a fin de cuentas supone el 8% del total (el 69% se destina a la agricultura y el 23% a la industria). También según el PNUMA, la mitad del agua que se utiliza para regadío en el mundo no llega a las raíces de las plantas. El mar interior de Aral es el mejor ejemplo de la negligencia en el control de las aguas. Su uso excesivo para el riego procedente de los ríos que alimentan este mar ha hecho bajar su nivel en más de tres metros, y se prevé que baje de 9 a 13 metros más a finales de siglo.

Un 33% de las muertes

Escasez, mala distribución, derroche... y, por último, contaminación. Aún a riesgo de abrumar con tantas cifras millonarias, lan reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que más de mil millones de habitantes no tienen el agua potable asegurada y que la mitad de la población mundial está sujeta a enfermedades derivadas del consumo de agua en mal estado (desde cólera hasta fiebres tifoideas). Una tercera parte de las muertes del mundo se debe a la ingestión de agua contaminada. En España, ayer mismo salió a la luz un informe de Diario Médico que señala que cada año enferman dos millones y medio de personas por culpa de la insalubridad del agua; especialmente diarreas.Según el Sistema Mundial de Vigilancia del Medio Ambiente de la ONU, que posee actualmente 344 estaciones de vigilancia de aguas en 59 países, el 10% de los ríos inspeccionados está contaminado, principalmente por residuos urbanos en los países pobres y por los procesos industriales y agrícolas en los ricos. Un porcentaje más: el 43% de la población mundial no tiene saneamiento en sus residuos.

En España, un 60% de las poblaciones españolas carece de depuración; este servicio es prácticamente nulo en las localidades de menos de 10.000 habitantes. Algunos de los ríos españoles, como el Ebro y el Llobregat, son de los más contaminados de Europa; y a ello contribuyen desde municipios hasta industrias y los pesticidas de los cultivos. A ello se une que España, con un consumo medio de 300 litros por persona y día en las ciudades y entre 70 y 80 litros en los núcleos rurales, está en cabeza de los países más derrochadores.

Las malas condiciones no sólo afectan a las aguas superficiales, a los ríos, sino que es algo mucho más profundo: la sobreexplotación, salinización y contaminación son los principales problemas de los acuíferos subterráneos, de los que depende el abastecimiento de importantes núcleos de población, como Bangkok, capital de Tailandia.

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Temas de nuestra época

...Y el mar

, "Mirando al mar, sueño sin tener qué. / Nada en el mar, salvo el ser mar, se ve. / Pero ¡de nada ver cuánto se sueña!".

"El Mediterráneo es el mar con mayor contaminación por hidrocarburos del mundo. Por él discurre más del 15% del tráfico marítimo mundial y sus aguas son las destinatarias de más de 600.000 toneladas de petróleo al año".

Las primeras frases son del poeta portugués Fernando Pessoa, de principios de siglo. El segundo párrafo es de la organización ecologista Greenpeace y se ha publicado en mayo de 1992 dentro de su informe El Mediterráneo.

Aparte del efectismo de la comparación, es evidente que algo está pasando. A poetas de nostalgia marítima como Pessoa o el egipcio Kavafis se les han enredado sus versos con los residuos clorados, las mareas negras, las cloacas de las ciudades turísticas, los plásticos, las plagas de algas y la sobreexplotación de los bancos pesqueros. El Mediterráneo, el mar de los mitos, se ha convertido ahora en uno de los principales símbolos de la lucha ecologista. Junto a él, otros puntos como el Báltico y el Mar Negro, que se ha prestado corno ninguno a los juegos de palabras, y el Golfo de México, cerca de la desembocadura del Misisipí, muestran una de las peores amenazas ecológicas actuales: que el hombre ya no pueda ni soñar, mirando al mar.

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