Incapaces de ligar dos pases
Citaba Enrique Ponce al tercer toro, cuando embestía le acompañaba el viaje componiendo la figura, una vez había visto pasar delante de sus ojos el rabo corría a otro lugar del amplio redondel y desde allí volvía a citar. Y el toro se quedaba triste, porque había perdido un amigo. "¿Dónde está el señor Ponce?", preguntaba el compungido toro, haciendo visera con la pezuñita. A veces lo encontraba, y se ponía contentísimo, y embestía presto, y Enrique Ponce acompañaba de nuevo el viaje, sacaba cadera, veía el rabo (que era la. señal para apretar a correr), todo eso. A veces no lo encontraba y le entraba la depresión. Los toreros que son incapaces de dar dos pases ligados (ayer eran absolutamente incapaces los tres del cartel) no sólo destorean sino que frustran a los pobrecicos toros.A los toros no se les pueden hacer estos escamoteos, pues son animalitos de Dios y no entienden las contradictorias intenciones de los seres humanos. Un toro sólo entiende lo evidente. Si va el torero y le embarca en la muletilla graciosa y al rematar el pase ya le ha ganado terreno y se la presenta de nuevo plana y sugerente, el toro entiende que se trata de torear; entiende que es la muletilla graciosa el sujeto a perseguir, y excitará su codicia la posibilidad de alcanzarla y pegarla una cornada en la ingle. Pero si al rematar el pase el torero aprieta a correr llevándose la muletilla graciosa bajo el brazo, y aparece en lontananza por donde menos se espera, el toro acabará pensando que no merece la pena tanto trajín y que el torero ya se puede ir metiendo la muletilla graciosa...
Ruiz / Niño de la Capea, Joselito, Ponce
Cuatro toros de Daniel Ruiz, (1º y 6º devueltos por inválidos), tres primeros chicos y anovillados, resto con trapío; flojos, de poca casta, 2º y 3º manejables, 4º y 5º tardos. Sobreros de Bernardino Giménez, bien presentados: 1ºbravo y noble, 6º mansote de feo estilo.Niño de la Capea: tres pinchazos y descabello (silencio); dos pinchazos bajos, cinco descabellos y se tumba el toro (bronca). Joselito: aviso antes de entrar a matar, bajonazo descarado y rueda de peones (algunos pitos); estocada y rueda de peones (palmas y pitos). Enrique Ponce: dos pinchazos -aviso-, otro pinchazo y seis descabellos (silencio); estocada corta tirando la muleta (palmas). Niño de la Capea y Joselito fueron despedidos con protestas. Plaza de Las Ventas, 2 de junio. 25ª corrida de feria. Lleno de "no hay billetes".
Bueno, no todos los toros piensan así. Los hay más educados. El tercero de la tarde -chico y de ruín pitón, por cierto- tomó durante un rato cuantos pases quiso darle Ponce, y no le importaba nada que el torero acompañara su embestida nobletona relajando la figura o contorsionándola por la parte de la cadera. En cambio el escamoteo de la muletilla graciosa le puso de morros, se declaró en huelga de pitones caídos y acabó marchándose, ora a la perfumada proximidad de toriles, ora a donde la rubia escándalo de recio pernil, que le ofrecían más sugerentes panoramas.
Enrique Ponce no fue el único que daba un pase y salía corriendo. Lo hizo también Joselito, aunque con menor gracia. A su primer torillo -un pequeño ejemplar de anovillado aspecto- Joselito le daba pases sin pinturería alguna. Tantos pases dio Joselito que la presidencia le envió un aviso antes de que se le ocurriera ejecutar al pobre toro de un horrendo bajonazo.
Los restantes toros de ambos coletudos ya mostraban otro trapío, otras formas. Joselito tuvo uno reservón y tras porfiar inutilmente algunos derechazos determinó abreviar y lo mató por el hoyo de las agujas. El sexto punteaba por ambos pitones, pese a lo cual Enrique Ponce intentó torearlo y aguantó las tarascadas sin perder la compostura.
Niño de la Capea no es que fuera incapaz de ligar los pases; es que era incapaz de darlos. Desbordado cada vez que recibió de capa a sus toros, con la muleta trasteó a la defensiva. La casta del primero le tuvo en jaque y al comprobar la fiereza con que el cuarto tomaba los muletazos de tanteo, resolvió ahogarle la embestida. En realidad se trataba de que el toro no embistiera por nada del mundo y lo consiguió.
Mal está que los toreros no liguen los pases, pero no dar ninguno es peor y el público se enfadó muchísimo con Niño de la Capea. No sólo con él. Pues si Niño de la Capea ha sido incapaz de sacar faena a los cuatro toros que le han correspondido en la feria, Joselito ha sido incapaz de sacársela a los seis, y al abandonar la plaza escuchó una sonora bronca. Para Enrique Ponce, en cambio, no hubo reconvenciones. Le salvó su torería en el sexto toro y, además, en el tercero había pasado un mal momento: desarmado y perseguido, cayó cuan largo es y no sufrió una cornada gracias al quite oportuno de Joselito. La afición le trató amablemente pues comprendía que verse debajo de un toro ha de ser terrible.
Lo de toro es un decir.
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