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La plaza Mayor de Salamanca presenta problemas de "máximo deterioro"

Un programa de rehabilitación global plantea la polémica policromía de los medallones

La situación en que se encuentran algunos elementos de la plaza Mayor de Salamanca ha sido calificada como "una bomba de relojería" por el arquitecto Pío García-Escudero, en su propuesta de un programa global de rehabilitación del conjunto de¡ recinto, por encargo de la Junta de Castilla y León. En concreto, el estado de las cubiertas es de "extremo deterioro". El estudio plantea un perfil polémico, pero que se fundamenta con base documental: la policromía de los medallones y algunos otros elementos ornamentales.

El programa global de rehabilitación elaborado por el arquitecto persigue "criterios de racionalidad técnica y económica" para la actuación en la plaza Mayor salmantina, edificio barroco que se comenzó a construir en 1710. Las actuaciones futuras, para que sean efectivas, deben estar interrelacionadas, como lo están los problemas. El coste de esas actuaciones de tipo monumental, con cargo a instituciones, se calcula en unos 500 millones de pesetas, a lo que habría que sumar las obras por cuenta de los propietarios de viviendas y locales, a los que se les marca el camino de ayudas y subvenciones al alcance de la mano. El arquitecto Pío García-Escudero señala en su informe que, salvo puntos concretos, el estado de conservación de las cubiertas "es en general de extremo deterioro y con aparentes deficiencias de estanqueidad en muchos puntos". También apunta que hay roturas de elementos estructurales. Y hace hincapié en las "profundas alteraciones en los diseños originales", que han degradado el conjunto de la plaza, por lo que es necesario conseguir la homogeneización que anule "el elevado grado de desbarajuste", según el arquitecto. Este, además, propone una solución que, sin duda, resultará polémica, pero que está avalada por la documentación: los huecos de buhardillas.

Fachadas barrocas

Aunque las fachadas barrocas presentan en general "un aspecto aceptable", sin embargo presentan líneas de fracturas, se da descomposición de sillares, exfoliaciones causadas por la oxidación e incluso movimientos generalizados en los sillares, aparte de la acumulación de suciedad. Pero, con independencia de las actuaciones de urgencia que marca el arquitecto, el perfil más polémico de la propuesta de rehabilitación va a residir -una vez que se divulgue- en la policromía de los medallones que se hallan en las enjutas de los arcos y que dan especial carácter al recinto. Pío García-Escudero, apoyándose en el resultado de muestras sobre restos de pintura y en documentos, mantiene que los medallones "estaban policromados", de acuerdo con técnicas que describe, y también afirma que esa policromía "cumplía la función estética de diferenciar los medallones del color uniforme de la piedra", además de otra función física de protección de esa piedra tallada.

Aunque el autor del proyecto destaca que debe hacerse un estudio concienzudo antes de cualquier intervención, se inclina a favor de recuperar esa policromía. Originalmente, dice en su informe García-Escudero, los medallones estuvieron "policromados de azul en el marco circular y la cartela, no descartándose que en el interior llevara un filete dorado", como dorados fueron los rótulos de las cartelas. En el interior de los medallones, sobre el bol de color rojo, iban el fondo y los bustos en blanco. La polémica y debate que el propio arquitecto prevé que levantará la propuesta de la policromía de los medallones, quizá sea superada por otro apunte, relativo a elementos ornamentales (coronas y remates), con muestras de haber sido dorados. Todo ello imprimiría al conjunto del recinto un aspecto diferente al actual.

No menos polémica y complicada resultará la propuesta de que desaparezcan los toldos situados al borde de los soportales, ya que los sistemas de anclaje dañan la piedra, presentan un panorama antiestético y ocultan los medallones y parte de la arquería.

El arquitecto propone otro tipo de toldos libres de anclaje para las terrazas y, además, mantiene que éstas deben dejar una franja de separación entre las mesas y los soportales, para poder contemplarse los medallones.

Pío García-Escudero defiende también que el mobiliario urbano de la plaza debe ennoblecerse y, desde luego, eliminarse todos los estorbos acumulados con el correr del tiempo. El primero de ellos, la oficina municipal de información, que estrangula el acceso "más importante al recinto", el del Pabellón Real.

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