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El precio de la audacia

Hacía ocho años que el cine español no era galardonado en el certamen francés

ENVIADO ESPECIALLa película sueca Las mejores intenciones, escrita por Ingmar Bergman y dirigida por el joven danés Bille August, fue anoche la gran triunfadora en la ceremonia de clausura de Cannes 92. Además de la Palma de Oro, su protagonista, la actriz Pernilla August, esposa del director del filme, ganó el premio a la mejor interpretación femenina. Víctor Erice consiguió con igual mérito el Premio del Jurado por su filme El sol del membrillo.

Víctor Erice, después de realizar dos películas a lo largo de casi 20 años de carrera, parece que quiere comenzar en El sol del membrillo desde cero. Es evidente que en esta sorprendente película inicia un camino nuevo, inesperado y presumiblemente nada fácil de recorrer, como todos los que van -en un medio industrial como es el cine, dominado hoy por las leyes de un consumo convenido, pactado- contra la corriente.En su película pretende alcanzar la naturalidad absoluta mediante la elaboración absoluta; y la sencillez total mediante la complejidad igualmente total. Este enfoque, abiertamente contradictorio, es en realidad la fuente del enorme interés que El sol del membrillo tiene como aventura artística. Se trata precisamente de eso, de una aventura.

Es un trabajo de composición de puro lenguaje cinematográfico muy minucioso y formalmente muy atrevido, que descoloca a muchos espectadores y les hace, mientras la película avanza, desorientarse frente a lo que ocurre -o en rigor, frente a lo que no ocurre- en la pantalla. Conviene, a causa de esto, ver la película sin ideas preconcebidas, pues carece de precedentes y esto da una idea del riesgo que conlleva.

Víctor Erice, un día del otoño de 1990 comenzó a filmar con intención documental el laboriosísimo proceso de creación de un cuadro por el pintor Antonio López. En su inicio se trataba de hacer un mediometraje destinado a la televisión. Por ello su ambición era entonces eminentemente testimonial: un pintor pinta un cuadro y una cámara persigue sus movimientos, indaga y da testimonio objetivo de su proceso creador.

Pero todo verdadero proceso creador, y el de Antonio López lo es en grado extremo, es siempre una pura ficción, pues contiene una aventura en el sentido más noble del término, una aventura interior, no filmable documentalmente. Y el cineasta se dio cuenta, sobre la marcha, de que se encontraba como el propio pintor embarcado en un esfuerzo imposible y destinado fatalmente al fracaso. Si el pintor lo que pretendía era ni más ni menos que la quimera de capturar en la quietud de un lienzo el movimiento de una luz fugaz e incapturable, el cineasta pretendía visualizar algo imposible de ver: qué es lo que hay, si es que hay algo, detrás de una mirada creadora.

El sol del membrillo es por ello la conjunción y la conjugación de dos utopías, de dos esfuerzos de representación de lo irrepresentable. De ahí que el documento inicial se convirtiera inevitablemente, al tener que adaptarse la cámara a su objeto, en una ficción paralela a la ficción del pintor. Es decir, en una aventura creativa urdida sobre el hilo de otra aventura igualmente creativa.

La película es por ello difícil de ver y genera por fuerza polémica. En Cannes ha obtenido algunos rechazos frontales y otros tantos entusiasmos. Pero lo importante e que nadie parece haber generado indiferencia. De ahí el interés que tiene el hecho de verla formar parte de la lista de premios oficial de Cannes 92.

Bille August gana la Palma de Oro y Víctor Erice el Premio del Jurado

La película española El sol del membrillo, dirigida por Víctor Erice sobre el trabajo del pintor Antonio López, fue galardonada con uno de los dos premios del Jurado. Hacía ocho años que el cine español no obtenía un premio en Cannes, concretamente desde que Francisco Rabal y Alfredo Landa compartieron, en 1984, el premio a la mejor interpretación masculina en Los santos inocentes, memorable película dirigida por Mario Camus.El Gran Premio del Jurado, equiparable en prestigio mundial a la propia Palma de Oro, se fue este año a Italia con el filme El ladrón de niños, dirigido por Glanni Amello. Para distinguir, aunque fuera de una manera un poco forzada, al filme británico Howards End, dirigido por el norteamericano James Ivory, el jurado se inventó de manera inesperada un premio llamado el 45º Aniversario.

Los premios de interpretación fueron para la citada Pernilla August y, en el capítulo de interpretación masculina, para el actor estadounidense Tim Robbins, protagonista del filme The player, cuyo director, Robert Altman, ganó a su vez el premio a la mejor dirección.

Los dos premios del Jurado, que completan la lista en lo relativo a largometrajes, fueron para la película rusa de Vitali Kanievski Una vida independiente y para la citada película española El sol del membrillo. Cerraron la lista los dedicados a los cortometrajes, que fueron concedidos a dos jóvenes cineastas franceses: la Palma de Oro, para Sam Kharna, director de Omnibus, y el Premio Especial del Jurado, para Manuel Poutte, director de La sensación.

El Premio Cámara de Oro, con que un jurado distinto del oficial premia cada año a la mejor primera película, la ganó el actor estadounidense John Turturro, convertido ahora en director de Mac, presentada aquí fuera de programa, en el marco de la Quincena de los Realizadores. Finalmente, otro jurado, formado por técnicos y especialistas cinematográficos, concedió la distinción que patrocina la Comisión Superior Técnica del Cine a la película argentina El viaje, dirigida por Fernando Solanas.

El jurado oficial de Cannes 92 estuvo presidido por el actor francés Gérard Depardieu, quien se lamentó de haberse visto obligados él y sus compañeros de tarea a seleccionar únicamente seis largometrajes de los 21 presentados al concurso. Entre los 15 que se han quedado sin premio figuran, en efecto, algunos muy notables y que han obtenido aquí excelente acogida, como el canadiense Leolo, de Jean-Claude Lauzan; el británico The long day closes, de Terence Davies, y el estadounidense Instinto básico, de Paul Verhoeven, entre otros. Los restantes miembros del jurado internacional fueron los siguientes: la actriz norteamericana Jamie Lee Curtis, la directora georgiana Nana Djordjadze, la montadora belga Joële van Effenterre, el director español Pedro Almodóvar, el director británico John Boorman, el productor francés René Cleitman, el fotógrafo italiano Carlo di Palma, el cineasta de Sri Lanka Lester Jarnes Peries y el crítico cinematográfico y director de la revista francesa Cahiers de Cinéma Serge Toubiana.

Introducidos por el popular presentador de la televisión francesa Frederic Mitterrand, intervinieron en la austera y veloz ceremonia de clausura de esta 45 edición del festival, gentes del cine tan conocidas como Tom Cruise, Victoria Abril, Irene Jacob, Isabelle Huppert y, entre otros muchos, Nicole Kidman.

Esta actriz y Tom Cruise concedieron ayer por la mañana una multitudinaria conferencia de prensa con motivo de la presentación como película que clausura fuera de concurso a Cannes 92 de Horizontes lejanos, un western dirigido por Ron Howard, que relajó las retinas de los festivaleros, ya que se trata de una película trepidante y fácil de ver, como colofón a la larga serie de obras densas y en ocasiones muy dificultosas de contemplar que la han precedido.

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