Forlani afronta la oposición democristiana en su marcha hacia la presidencia italiana
Arnaldo Forlani, secretario general de la Democracia Cristiana (DC), sufrió ayer una derrota casi anunciada en su camino hacia la presidencia de Italia, al registrar menos votos de los que en buena ley le hubieran correspondido, pero no tan grave como para quedar en la cuneta. Entre los que, al amparo de la votación secreta, le negaron un voto que previamente le habían prometido tuvo que haber muchos democristianos, aunque también socialistas, socialdemócratas y liberales, los partidos de la antigua mayoría que formalmente le había prestado apoyo.
La quinta votación celebrada en la mañana de ayer, la segunda regida por la mayoría absoluta del censo, fijada en 508 votos, dejó, en efecto a Forlani con sólo 469 apoyos. La cifra es corta, porque incluso una mayoría exigua convertiría en un serio fracaso la elección de este candidato de la partitocracia, el más anunciado antes de la derrota que el actual sistema político italiano sufrió en las elecciones del 5 de abril. Pero lo es aún más, porque los cuatro partidos integrantes de la antigua mayoría, que apoyaban teóricamente a Forlani, suman 539 votos. De ahí que se contaran hasta siete decenas de francotiradores. Sólo dos de estos son conocidos: Mario Segni, el líder democristiano que plantea cambios políticos por la vía del referéndum, que no acudió a la votación y justificó su ausencia por su moral reformista, en una carta dirigida al portavoz democristiano en la Cámara, Gerardo Bianco; y Rino Formica, el ministro socialista de Finanzas que está intentando llevar a su líder, Bettino Craxi, hacia un acuerdo con el Partido Democrático de la Izquierda (PDS).
A los demás electores de la DC, Bianco les recordó en tono agrio que su deber de "caballeros de honor" es votar al candidato oficial del partido. Por su parte, Craxi, decidió, como socialdemócratas y liberales, seguir votando a Forlani.
No fue así. Forlani quitó hierro al tema, e incluso se permitió bromear con la metáfora marinera -un tema que hoy está en boga en Italia por las aventuras y desventuras de Il Moro di Venezia en la regata de San Diego- de que "las velas no suelen hincharse al primer intento". Y en la votación de la tarde, algo irregular porque se contaron cinco papeletas más que votantes, superó su cota de la mañana con otros 10 votos, que le permiten continuar hoy la carrera por la presidencia.
Ya desde la mañana, Forlani había intentado completar sus números en una entrevista con la dirección de la Liga del Norte, que le planteó difíciles condiciones difíciles.
El caso es que esa entrevista encrespó aún más los ánimos de la izquierda democristiana, que presumiblemente contribuyó en gran medida al fracaso encajado por el candidato, y también en la izquierda socialista, que pidió explicaciones por ese contacto con una fuerza calificada de fascistoide en el partido de Craxi.
La tarde trajo también un apoyo inesperado para el secretario de la DC. En uno de esos colmos de la paradoja tan habituales entre los políticos italianos, el ex presidente Francesco Cossiga, el mismo que dimitió hace tres semanas con palabras despiadadas para los vicios del sistema encarnado por el viejo cuatripartito, se presentó en el Parlamento para sostener la candidatura de Arnaldo Forlani. Cossiga, senador vitalicio, había prometido primero no votar, luego dijo que podría hacerlo por el democristiano Mino Martinazzoli. Pero finalmente votó por el secretario de un partido, la DC, del que se fue con disgusto y reproches.
En estas circunstancias, y aunque las dudas persisten, Forlani podría convertir hoy mismo en presidente de Italia, incluso con el apoyo de la Liga.
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