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Un anclaje en la paz para unos brazos hercúleos

El gran argumento del presidente francés, François Mitterrand, y los suyos para justificar la necesidad de que Francia ratifique con rapidez y sin ambages el tratado firmado en la ciudad holandesa de Maastricht puede resumirse así: "Hemos escapado de milagro a la posibilidad de que Alemania redescubra al mismo tiempo que su unidad sus aspiraciones a la hegemonía en Europa. El Tratado de Maastricht ancla a Alemania en el seno de la Comunidad Europea y traba sus hercúleos brazos. Nuestras pérdidas de soberanía son mínimas al lado de la seguridad que adquirimos".

Mitterrand y los suyos no lo dicen con tanta crudeza, pero casi. El ensayista Alain Minc puede permitirse, en cambio, una mayor franqueza en el diario Le Monde.

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Pensando en Alemania

Si Francia no ratifica Maastricht, asegura Alain Minc, estará dando a Alemania "la única oportunidad para que pueda desplegarse a fondo en toda Europa sin la menor mala conciencia". Y en un artículo titulado ¿Va a comerse todo el gigante alemán?, François Schlosser dice en el semanario Le Nouvel Observateur: "El Tratado de Maastricht hace que Alemania sea menos independiente que en el corto intermedio entre la reunificación y los acuerdos sobre la Unión Europea".

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El Bundesbank decide

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En sus discursos en la Asamblea Nacional francesa, el nuevo primer ministro socialista, Pierre Bérégovoy, recuerda a los diputados que Francia "depende ya" de las decisiones del Bundesbank, el banco central alemán. Por ejemplo, Francia necesitaría ahora bajar sus tipos de interés para estimular un crecimiento que le permiten la fortaleza de su moneda, la baja inflación y la situación saneada de sus empresas. Una aceleración del crecimiento obligatoria para no alcanzar la cifra de tres millones de parados, que puede ser fatal para el poder socialista.

Pero Francia no puede bajar sus tipos si no lo hace el vecino alemán, que hoy por hoy no está por la labor. Bérégovoy concluye aceptando que Francia "no es soberana" en materia monetaria, y asegura que el futuro banco central europeo le permitirá al menos disponer de "un cierto control" sobre las decisiones.

Paz es una de las palabras más usadas en las últimas semanas por Mitterrand. El presidente francés recuerda que él vivió dos guerras con Alemania y proclama que no quiere ver a sus nietos pasar las calamidades que él pasó. Ratificar Maastricht, dice, es lo mismo que "firmar un seguro de paz". A unos y a otros, eurófobos y eurófilos, les guían los mismos fantasmas.

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