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LA CONSTRUCCIÓN EUROPEA

La cal la y la arena de Major

Enric González

La aprobación del Tratado de Maastricht, prevista para dentro de dos semanas, no debería suponer grandes problemas para el Gobierno del Reino Unido. Los británicos discutieron larga y acaloradamente sobre el proceso de unión europea antes de Maastricht, y John Major llegó a la pequeña ciudad holandesa con una idea muy clara sobre lo que podía firmar y lo que no. Tuvo que pelear lo suyo ante sus colegas comunitarios, pero al fin volvió a casa con lo que había prometido al Parlamento: una cláusula de salida in extremis de la unión monetaria, una salvaguarda frente a la legislación social comunitaria y unos tratados que no mencionaban el federalismo.Ni siquiera los euroescépticos más recalcitrantes, como Margaret Thatcher o Norman Tebbit, se atrevieron a criticar las condiciones conseguidas por Major. Un sector de los parlamentarios tories sigue desconfiando de Europa, pero lo que más temían -el proyecto de federalismo y la pérdida de soberanía- parece haber quedado entre paréntesis en la agenda comunitaria. Por otra parte, la autoridad moral de Major ante sus diputados es inmensa desde su rotunda e inesperada victoria electoral.

Al Gobierno conservador debería bastarle para la ratificación del tratado reducir al máximo las deserciones en su grupo y recoger unos cuantos votos favorables desde los bancos laboristas para superar la prueba, aunque es de esperar que se produzcan intervenciones apasionadas y peticiones de referéndum.

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