Euro Disney

¡Hola, señores de Euro Disney!, esto es España; no, no es ninguna isla en el Pacífico; es España, el extremo sur de Europa, y yo, uno de los muchísimos turistas españoles que visitaron su nuevo parque recién inaugurado. Y cuando digo muchísimos, ustedes lo saben, no quiero decir ocho o diez, sino cientos, un porcentaje muy importante del total de su taquilla, y, como todos ellos, sufrí grandes decepciones y una terrible sensación de estar fuera de lugar.Señores de Euro Disney, su parque era algo fantástico, todo estaba calculado al más mínimo detalle, pero se olvidaron de nosotros: ni un solo rótulo, ni una sola información, ni un solo detalle en castellano; sólo un empleado, entre todos sus traductores, era capaz de indicarme: "Españolo a la derecho". ¿Qué pasó, tío Sam, rey de la estadística?; ¿se cruzaron tus datos, o nos tienes gato?

El colmo llegó con la visita de la superatracción patrocinada por la primera firma en ventas de automóviles de nuestro país, para la cual somos uno de sus primeros mercados en el mundo: un autómata comentaba la atracción en francés mientras por un teléfono se podía escuchar la traducción simultánea en inglés, alemán e italiano; una cinta de casete sólo vale 200 pesetas, señores. Además, yo se la hubiera regalado.-