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Schwarzenegger trata de levantar el pabellón USA

Críticas en EE UU por el escaso relieve cultural de la participación del actor en la Expo

Andrés Fernández Rubio

"En la Expo tocará la Filarmónica de Berlín, e Ingmar Bergman dirigirá Peer Gynt; en el pabellón de EE UU, Arnold Schwarzenegger será jurado en septiembre en un concurso de culturistas". Un reportaje de la revista Time criticaba así la presencia en la Expo del actor. Schwarzenegger habló ayer vía satélite con Sevilla como comisario de deportes del pabellón de Estados Unidos. Su rueda de prensa hipertecnológica sirvió para dar aliento al pabellón USA, que ha sido criticado por la pobreza de medios y su escasa representatividad, y cuyo mayor interés cultura¡ es la muestra de uno de los 14 documentos originales de la histórica y fundamental Carta de Derechos, en la que se establece la libertad de expresión.

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Sin rival en el campo del culturismo, Schwarzenegger será el anfitrión los días 18 y 19 de septiembre de un concurso con los 20 principales del músculo, que se disputarán el título de Mister Mundo. Desde Washington, el intérprete de Terminator contestó a preguntas de periodistas que se encontraban en Sevilla, Múnich, Londres y Viena. En sólo media hora repitió cuatro veces, variando muy poco el esquema de la frase, que es preciso abandonar el consumo de drogas y alcohol, y dos veces que la comida-basura no hay ni que probarla. Pronunció la palabra fitness (forma física) en incontables ocasiones, e invitó a hacer ejercicio a los niños vídeo y teleadictos, muchos de los cuales, además, son obesos. Asesor de Bush para los deportes, las píldoras de Schwarzegnegger, tan infantiles y conmovedoras corno rancias y ultraconservadoras, recordaron que Bush es el primer presidente con buena forma física, "modelo clave para los niños".Los deportes y el ejercicio físico participativo serán uno de los elementos principales del pabellón de Estados Unidos. De hecho, lo primero que se topa el visitante es una cancha deportiva, después de traspasar un muro de agua de 120x12 metros (que según los organizadores simboliza el Atlántico cruzado por Colón), más tres velas que dan sombra y que supuestamente representan a las carabelas.

En el recinto, sin interés arquitectónico, el aire de espontaneidad del conjunto y la simpatía de los animadores tratan de paliar la pobre impresión. Por el lugar se han colocado chillonas esculturas, realistas y coloreadas, una de las cuales representa a un skateborder (patinador sobre tabla).

Sólo la exposición de la Carta de Derechos le da al pabellón relevancia cultural y política. Custodiada por soldados, en una vitrina de seguridad se expone la copia de pergamino, una de las 14 originales, procedente del Estado de Connecticut. Es la primera vez que uno de los originales sale de Estados Unidos. Antes de llegar al documento, se sube una rampa a cuyos lados cuelga una versión gigantesca en inglés y español de las primeras diez enmiendas a la Constitutión. "Eso está muy bien sobre el papel, pero sobre la marcha es muy diferente", dijo en voz alta un español con vídeocamara ante el histórico documento, ratificado en 1791 y en el que se establece que el Congreso "no pondrá cortapisas a la libertad de expresión".

En la sala de cine, un medio representado en la Expo por numerosas pantallas de tecnología avanzada, informan con cierto desconsuelo que la suya es plana, "pero la película merece la pena", añaden. El cine está situado en una de las dos cúpulas geodésicas (la otra guarda la Carta de Derechos), ya utilizadas en otras muestras comerciales. Paneles alegóricos del artista Peter Max, una casa que trata de reflejar en sus estancias el espíritu americano; una exposición sobre Kansas City (Missouri), ciudad hermana de Sevilla, una muestra de telecomunicaciones, tres prototipos futuristas de coches y la zona de restaurante y tiendas completan el conjunto.

En 1985, el pabellón de Estados Unidos recibió el segundo mayor espacio de la Expo. El arquitecto Barton Myers hizo un proyecto al que finalmente el Congreso destinó unos 1.300 millones de pesetas. Según Time, del proyecto de Myers sólo quedaron algunos detalles. "No hay tejado, ni lados, ni parte trasera, sólo una pared frontal consistente en alambre barato entrecruzado con metal barato". Para la autora del reportaje, resulta difícil de creer que una muestra tan imperfecta sea el producto de las administraciones de Reagan y de Bush.

El comisario del pabellón, Frederick M. Bush, dijo ayer: "Estamos trabajando con la gente". Y destacó la característica abierta del pabellón, símbolo del carácter abierto del pueblo americano.

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