"El conservadurismo puro es un lujo para América"
RAFAEL RUIZ, Martín E. Piñeiro expresa la postura principal de los países menos desarrollados ante la Cumbre de la Tierra que se celebrará en Río en junio: "América Latina tiene en torno al 40% del agua dulce y de los bosques tropicales y subtropicales del planeta; reconocemos nuestra responsabilidad ante el mundo, pero somos países pobres, y mantener una política conservacionista a ultranza es un lujo para nosotros. Tenemos que utilizar los recursos naturales como fuente de producción, aunque conscientes de su conservación. Ya que todo el planeta se va a beneficiar de la protección de esta riqueza natural, el Primer Mundo debe ayudarnos financieramente".
Piñeiro, de natural optimista y diplomático, no cree que la Cumbre de Río vaya a ser un fracaso estrepitoso: "Creo que no se van a poder programar las propuestas concretas que los países en desarrollo esperan; pero Río sí que va a marcar el comienzo de una etapa histórica diferente, con una nueva conciencia mundial y una nueva voluntad política sobre el tema del medio ambiente. Debemos entender Río como un punto de partida, y no de llegada".
Un mundo distinto
Su tono esperanzador va más allá. Acabada la guerra fría y las tensiones Este-Oeste, Piñeiro está convencido de que ha llegado el momento de centrar la preocupación mundial en la dirección Norte-Sur. "La nueva situación mundial, de multilaterismo, ha expandido y aumentado el papel de las Naciones Unidas, que debe incidir también en el de las agencias internacionales especializadas. En el caso de la FAO, su labor está vinculada a grandes problemas que tiene planteados la humanidad".
"Los retos actuales de la agricultura en los países en vías de desarrollo", explica con gran claridad de ideas y objetivos, "pasan por saber modernizarse y afrontar la liberalización del comercio mundial, cuyas negociaciones se hallan ahora estancadas por discrepancias entre Estados Unidos y Europa; convertirse en el motor económico que permita terminar con la pobreza rural y armonizar su desarrollo con el respeto a los recursos naturales".
Martín E. Piñeiro es el candidato de América Latina, y de Argentina concretamente, a la dirección general de la FAO, cuyas elecciones se celebrarán en noviembre de 1993. Se trata de uno de los aspirantes con más posibilidades de éxito, al no haber actualmente ningún latinoamericano a la cabeza de ninguna agencia de la ONU. El actual director general, el libanés Edouard Saourna, que lleva tres mandatos (18 años) al frente de la FAO, ha anunciado que no se presentará a la votación.
Crisis de la FAO
La Organización para la Alimentación y la Agricultura acaba de atravesar una fuerte crisis financiera ante las reticencias de algunos miembros, como Estados Unidos, a pagar las cuotas que se les había asignado. Creada en 1945 y con sede en Roma, la FAO cuenta con un presupuesto anual de 50.000 millones de pesetas y el trabajo de unas 6.000 personas. "No se había logrado", matiza Piñeiro, "un consenso completo en torno a las prioridades de trabajo y asignación de recursos. Desde finales del año pasado, este problema está en vías de solución".
Piñeiro confía en la revitalización: "Hay que imaginarse una nueva FAO, con mayor presencia internacional, porque el mundo es distinto. Su gran desafío es convertirse en puente entre países desarrollados y en desarrollo".
España, según explica Piñeiro, puede desempeñar un papel importante como puente entre Europa y Latinoamérica para agilizar el traspaso de tecnología y como modelo de un sector agroindustrial desarrollado: "En los últimos años, está claro que el valor de intercambio de los productos agropecuarios frente a los industriales ha caído, el precio del café, por ejemplo; por eso, lo que necesita América Latina es crear un sector agroindustrializado; no exportar producción primaria, sino productos ya elaborados. Europa, y en concreto España, puede realizar interesantes inversiones".
