Algunas disfunciones en torno a la plaza
El mimo con que los maestrantes conservan el espléndido monumento que es la plaza de toros, el exorno que este año especial ennoblece todavía más el coso, justificaría, y lo pedimos -como voz que clama en el desierto un año más- la concesión del premio Europa Nostra a la Real Maestranza. No sé si el uso hermoso pero cruento del inmueble explica la desatención a la demanda. También, el respeto del público a los que se juegan abajo la vida no tiene parangón con otra plaza. No obstante, es perfectamente compatible . el silencio durante la actuación, con la manifestación del juicio procedente al concluir el diestro su labor. Por ejemplo, el otro día, Enrique Ponce no fue premiado con la oreja porque la mayoría del público no sacó el pañuelo. Era curioso observar a muchos espectadores increpar al usía por no conceder la oreja con las manos en los bolsillos. Por contra, actuaciones desafortunadas se sancionan con un silencio indiferente, con ventaja de la cortesía y en detrimento de la justicia. A esos aspectos positivos se contraponen algunas disfunciones que sería deseable se corrigieran. La mayor de ellas es el escándalo de la: reventa. No es posible que la autoridad, si se lo toma en serio, no pueda acabar con esa lacra. La propia reventa autorizada, ¿qué justificación tiene? El anteproyecto de reglamento permitía a los gobernadores. civiles autorizar, la reventa con fines benéficos. Cuando llegó el texto al Boletín Oficial ese carácter benéfico había desaparecido. Pero ello es un juego de niños comparado con la reventa auténtica, la del 200% y 300% sobre el precio oficial. ¿Resultaría exagerado encajar esa actividad en el delito previsto en el artículo 540 del Código Penal, que sanciona las maquinaciones para alterar el precio de las cosas? De todas formas parece que, por ahora, los reventasen el pecado llevan la penitencia. Eran tales las expectativas que se habían creado antes del comienzo de los festejos -tendidos a cinco mil duros- que han conseguido desmotivar la asistencia, y estos días las entradas, se ofrecían, podo antes .de comenzar los festejos, a su precio e incluso por debajo.
Otra disfunción es la extraña actitud de la prestigiosa banda del Maestro Tejera. Este año ha adoptado la costumbre de irse de la plaza antes de acabar la corrida. ¿No es una falta de respeto a los toreros y al público? Finalmente, una pregunta: ¿Cómo se podría impedir la presencia en la plaza de algunos espectadores que se sientan en el tendido con el torso desnudo como si estuvieran en la playa? Seguro que hay cauces en la legislación.
Babelia
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