Satyajit Ray, el mas universal de los hombres del cine de la India, muere en Calcuta
El cineasta recibió hace unas semanas en el hospital un 'oscar' al conjunto de su obra
El cineasta indio Satyajit Ray murió ayer, a los 71 años, en el mismo hospital de Calcuta donde, el 31 de marzo, su imagen fue televisada en directo a todo el mundo durante la ceremonia de los oscars. Los académicos de Hollywood, presintiendo su muerte, concedieron un premio al conjunto de su obra, que le fue entregado en el hospital en el que estaba internado, a causa de una enfermedad cardiaca, desde el 17 de enero. Su obra, sobria, apasionada y de gran refinamiento, es casi desconocida en España, pese a ser mundialmente considerada un monumento esencial del humanismo en el cine.
Satyajit Ray se dió a conocer en Europa durante la década de los años cincuenta, sobre todo tras el triunfo de una de sus obras más perfectas, La sala de música.Fue esta irrupción un poco posterior, pero históricamente de efectos casi simultáneos, a los de la obra de dos eminentes cineastas japoneses: Kenji Mizoguchi y Akira Kurosawa.La fuerza que emanaba de la obra de estos tres hombres de cine fue la que abrió las puertas de Occidente al hasta entonces casi desconocido cine oriental. Y generaciones de cineastas y de cinéfilos europeos encontraron de pronto en esta repentina riada de imágenes del otro lado del mundo un horizonte visual nuevo y por ello revulsivo.
De ahí la herencia que, al menos en sentido formal, deja Ray en el cine de todo el mundo, salvo en España, donde los canales de la exhibición fueron tan miopes que no repararon en la grandeza del cineasta indio y dejaron fuera de nuestras salas comerciales a sus bellas y emotivas películas, hechas con premeditada economía de medios, inundadas de un impulso lírico contagioso y de una transparencia que les permitió ser comparadas a algunas obras maestras de directores como John Ford, de Roberto Rosellini y de Jean Renoir.
El otro lado de la moneda hay que buscarlo en la enorme influencia que el cine occidental ejerció a su vez sobre Ray, que consumió sus estancias en Europa en la oscuridad de las salas de proyección, donde devoraba infatigablemente el cine de este lado del mundo, un cine del que aprendió, según confesión suya, mucho y con el que quiso hacer una síntesis dentro de su propio estilo, en busca de una audiencia universal que acabó consiguiendo y que le convirtió en uno de los maestros indiscutidos del cine de todos los tiempos y de todos los _lugares.
Babelia
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