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Fujimori anuncia un plebiscito para aprobar el golpe

Gustavo Gorriti

Después de una semana de retroceso frente a la resistencia del Ejército y los partidos políticos, el presidente de facto, Alberto Fujimori, intentó al fin recuperar la iniciativa política. En la noche del martes (madrugada de ayer en España), rodeado por sus ministros, Fujimori se dirigió a la nación para anunciar sus planes de celebrar un plebiscito para ratificar los objetivos del golpe y otro para reformar la Constitución y para convocar elecciones en 1993.

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Pero el Parlamento, que horas antes había tomado juramento a Máximo San Román como presidente constitucional de la República, expreso su posición horas antes en un manifiesto a la nación: la única salida a la crisis actual es la caída de Fujimori. En la transmisión del mensaje de Fujimori fueron cuidadosamente observados los detalles que sugieren poder y control de la situación. Fujimori habló sentado desde el centro de un ancho escritorio flanqueado por sus ministros. Era notoria la ausencia del dimisionario ministro de Economía y Finanzas Carlos Boloña, contra quien el canciller de Fujimori, Augusto Blacker, había roto el fuego al llamarlo "inconsecuente".

Apartándose de su estilo acostumbrado de leer sus discursos, en voz alta y tono metálico, Fujimori habló esta vez mirando a las cámaras, cambiando periódicamente de ángulo y mirando a los televidentes a través de la lectura de un telepromter. Afirmó que cuenta con el respaldo del 35% al 90% de la población y dijo que el golpe del 5 de abril estuvo dirigido a "definir una nueva estructura del Estado, y a perfeccionar las instrucciones de la democracia representativa". Ello, añadió, no significaba destruir la democracia sino crear una "más sólida y avanzada". Es lo que se hace con un edificio ruinoso, que amenaza a sus ocupantes, dijo. A continuación, reveló el cronograma para la reforma de la Constitución y para la "reestructuración" del Estado.

El 5 de julio, el Gobierno de hecho convocará un plebiscito para aprobar los objetivos del golpe del 5 de abril. El 8 de noviembre habrá otro plebiscito, junto a las elecciones municipales, para aceptar las modificaciones que el Gobierno haga a la Constitución. El 28 de febrero de 1993 se celebrarán las elecciones para un nuevo Parlamento bajo las reglas establecidas por Fujimori. Y finalmente, el 5 de abril de 1993, un año exacto después del golpe, se instalará el nuevo Congreso, bajo, según Fujimori "la nueva estructura institucional".

La reacción de los parlamentarios fue de rechazo unánime al mensaje. El senador Alberto Borea dijo que la llamada al diálogo era mendaz. "No hay condiciones para un diálogo libre", afirmó, "no puede haber diálogo con tanques en la calle". El senador Abel Salinas,'del partido aprista, fue más explícito: "Fujimori es un dictador".

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El Congreso, por su parte, hizo público el martes un manifiesto a la nación, que fue entregado el mismo día a la misión de la Organización de Estados Americanos (OEA), que ya está en el segundo día de reuniones con las partes en conflicto. El largo manifiesto responde pormenorizadamente a las acusaciones de Fujimori, que, según el Congreso, "muestran irresponsabilidad, cinismo e injusticia". Respecto a la posibilidad de una salida negociada con Fujimori, el manifiesto del Congreso es terminante: "Nada puede ser tratado y mucho menos acordado con personajes que han engañado al pueblo, incumplido sus deberes y faltado al más solemne juramento (...), que es el de defender la Constitución y la ley".

La comisión de la OEA continúa sus trabajo para tender sus larguísimos puentes diplomáticos. Frente al lugar donde se hospedan, el martes se produjeron peleas a puñetazos entre partidarios de Fujimori y del Congreso.

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