Empieza el escándalo
La fiesta empieza a ser lo que se barruntaba con el nuevo reglamento; es decir, la casa de Tócame-Roque. Los toros se siguen cayendo, aquejados de una invalidez extrañísima, pues no salen inválidos pero se invalidan dos minutos y tres segundos -algunos tres minutos y dos segundos- despues de aparecer por el chiquero. Su penosa invalidez hace perder la paciencia al público y ayer muchos espectadores hasta perdieron los estribos. Hartos de gritar, se pusieron a arrojar almohadillas. El escandalazo que suscitó la invalidez del sexto toro pudo ser un ensayo con todo en previsión de lo que ha de venir.Y después, lo de los dos puyazos mínimos. Hubo toros que sólo soportaron una vara, un simulacro de otra y estaba claro que si les llegan a amagar la tercera se habrían muerto -luego no eran aptos para la lidia- pero les salvaba la campana del reglamento: sacaba el pañuelo el presidente y convertía en reglamentaria la pantomima del primer tercio.
Couto / Jiménez, Fundi, Martín
Cuatro toros de Sociedad Agrícola Couto de Fornilhos (dos fueron devueltos, 4º por renqueante, 5º por inválido), de espléndida presencia y casta brava; 6º inválido total. Sobreros, de Terrubias, con trapío; 4o, inválido y 5o manejable.Pepín Jiménez: estocada caída (palmas); pinchazo y estocada corta (silencio). Fundi: aviso antes de entrar a matar; estocada corta ladeada y rueda de peones (palmas); pinchazo, otro perdiendo la muleta, pinchazo, dos más perdiendo la muleta, metisaca -aviso-, pinchazo y rueda de peones (silencio). Pepe Luis Martín: pinchazo bajo, estocada. trasera -aviso- y descabello (silencio); bajonazo (palmas y saluda). Plaza de Las Ventas, 12 de abril. Más de tres cuartos de entrada.
Sobre las rayas concéntricas también hubo significativas muestras de su función, que consiste en hacer como si no existieran. Cuando las rayas estaban separadas un metro menos, los toreros ponían a los toros en suerte; ahora que están separadas un metro más, no los ponen en suerte, y se acabó. De manera que a la mayoría de los toros les hicieron tomar las varas no por derecho y arrancándose desde los medios, sino por torcido, al relance y- viniendo desde las tablas.
Con estas formas se cargaron la corrida. Y fue un crimen, porque la corrida era una hermosura. Los toros de Couto de Fornilhos, de soberbia estampa, tenían casta brava y los que estaban íntegros tenían incluso poder. El primero acabó reservón y Pepín Jiménez le ensayó algunas pinturerías. Los dos siguientes, sin embargo, embestían con la codicia propia de los toros bravos, y desbordaron a sus respectivos matadores.
Fundi y Pepe Luis Martín pretendían pegarles pases, y no es eso. A los toros de casta brava hay que torearlos. Hay que cargarles la suerte, ganarles terreno, ligarles los pases, y lo hicieron justo al revés. Fundi se vio achuchado y desarmado por el temperamento del segundo toro. Martín desaprovechó la nobleza del tercero.
En la segunda mitad llegaron los extraños inválidos. El cuarto trastabillaba. El quinto, un formidable ejemplar de 695 kilos, apareció sospechoso de pitones y a los dos minutos tres segundos (bueno, quizá tres minutos dos segundos) empezó a desplomarse. Ambos fueron sustituídos por sendos sobreros, uno inválido, al que intentó dar pases Pepín Jiménez, otro manejable con el que Fundi no se acopló.
El sexto enseñoreó su imponente estampa al saltar a la arena y tres minutos dos segundos después ya se estaba pegando batacazos. El público pidió su devolución y pues la presidencia no hizo ni caso, estalló el escándalo. El toro tenía casta y Pepe Luis Martín le dio muchos pases con escaso ajuste, en medio del disgusto de la afición. La afición estaba indignada por el atropello y como las reclamaciones, en la fiesta, son al maestro armero, se marchaba presto, no le fuera a dar allí mismo una alferecía.
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