Funcionarios y burgueses

Si no he entendido mal, lo que esta obra indica es que el pueblo joven, vigoroso y revolucionario está maltratado por los burócratas del régimen y corrompido por los residuos de la burguesía, occidentalista y dueña del mercado negro. Tiene una base en La chinche, de Mayakovski, aunque aquí se traduzca erróneamente como La pulga: el poeta, el gran poeta futurista, quizá individualista y anárquico, según fue calificado por el estalinismo para condenarle, pero sin ninguna duda revolucionario, antes y después de la revolución. Se suicidó en 1930: cuando advirtió que la revolución se había desviado para siempre y era irrecuperable.No queda mucho de aquella obra; al menos en la estructura, porque del idioma no estoy nada seguro. Se toma algo de ella para explicar lo que puede ser la situación de hoy, la pobreza actual; y quizá para seguir creyendo en la pureza original de los revolucionarios y el riesgo no acabado de la burguesía occidentalista y de la burocracia. Está convertida en musical: ópera popular, dicen sus creadores. "Sostiene la comparación con los mejores musicales de Broadway", dice el programa. No, no la sostiene. Es enormemente pobre, con sus dos pianos, sus voces recogidas y su coreografia sencilla. Incluso juega a la oposición: la música de base es tradicional, nacionalista; y los ejemplos occidentales son, precisamente, los que señalan la podredumbre burguesa. Los actores son excelentes trabajadores, que cumplen con seriedad: incluso mucha más seriedad de lo que requiere la ironía que tienen dentro. El escenario es sencillo y feo: un poco más de lo acostumbrado. Lo bueno de la obra es su ingenuidad, su juventud, hasta el desastre que cuenta, con su destrucción y su suicidio final, que puede simbolizar el de Mayakovski; me parece que también queda un poco asesinado por esta adaptación.

El estreno produjo satisfacción en el público del festival y en la colonia ex soviética de Madrid, y ante las ovaciones subieron al escenario los responsables de texto y música.