Conservación militar

El archipiélago de Cabrera es uno de nuestros ecosistemas más singulares, no sólo por su naturaleza, sino también por su historia, ya que durante la I Guerra Mundial fue expropiado por el Ejército a la familia Felíu, cuyos herederos lo siguen reclamando. Éste fue precisamente uno de los argumentos utilizados para justificar la continuidad de los militares en el archipiélago. Si Cabrera dejara de "tener interés para la defensa nacional" se iniciaría un complicado proceso legal que podría poner en peligro su conservación.Cabrera es también singular por ser el único parque nacional con un director adjunto designado directamente por el Ministerio de Defensa. Tras las reticencias iniciales, tanto la dirección del parque como los propios ecologistas reconocen hoy que el Ejército es un claro aliado en la batalla por la conservación de Cabrera. No se olvida, sim embargo, que las maniobras militares de los últimos años, con la presencia de miles de soldados y el uso de fuego real, provocaron daños irreparables, sobre todo en las poblaciones de aves marinas. Además, al no ejercer ningún tipo de vigilancia, se permitió la caza ilegal, el tráfico con algunas especies en peligro de extinción y el expolio de embarcaciones romanas y cartaginesas de los fondos marinos.

El responsable del Icona en Baleares, Luis Berbiela, destaca otra peculiaridad: "Cabrera representa un reto muy importante para el conservacionismo español por que, por vez primera, nos enfrentamos a la gestión de un parque marítimo terrestre. Eran nuestra asignatura pendiente".

Cabrera es la mayor extensión insular del Mediterráneo sin urbanizar. Hasta ahora se han registrado 68 familias de vegetales, al menos 10 clases de lagartijas y una gran variedad de aves, como el paíño común, la pardela pinchoneta o la pardela cenicienta. Hay también rapaces, como el halcón Eleonor o el águila pescadora. La pérdida más lamentable de este ecosistema fue la de la foca monje.