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La CE propone un giro radical a la política de medio ambiente hasta el año 2000

Las casi 200 directivas aprobadas desde 1972 para defender el medio ambiente no han impedido que el modelo económico de la CE haya superado el límite de degradación de recursos naturales. La Comisión Europea aprobó ayer en Bruselas un programa de medidas hasta el año 2000 para lograr la reconciliación" entre desarrollo y ecología. "Es un giro de 180 grados para incluir el respeto del medio ambiente en todas las políticas", dijo el comisario Carlo Ripa de Meana.

El quinto programa de medio ambiente, basado en el principio de "un desarrollo sostenible en interés de la colectividad", constituye la carta de presentación de la CE para la conferencia mundial que se inaugurará en Río de Janeiro el próximo 1 de junio. Las prioridades se dirigen a cinco sectores de la economía, que son los principales depredadores de los recursos naturales: industria, energía, transportes, agricultura y turismo.Ripa di Meana aseguró que, si se toman en cuenta los sondeos electorales, "no tendría que haber dificultades políticas para que los Gobiernos de los Doce asuman esta política", a pesar de los costes para la economía. En su opinión, las cosas no pueden continuar como hasta ahora porque "la degradación del medio natural no' permite un desarrollo indefinido del actual modelo de muchos sectores industriales, que, en ciertos casos, ha superado los límites".

Dado el fracaso de la acción legislativa de la Comunidad, como lo demuestra "el elevado número de infracciones", la Comisión propone una especie de pacto ético entre empresas, trabajadores y consumidores, que permita el desarrollo de una "responsabilidad individual" y una acción desde la base que complemente lo que por sí solos no pueden los reglamentos.

La industria, a juicio del comisario, ha reaccionado siempre en contra de las iniciativas legislativas de la CE, "pero debía seguir el ejemplo alemán y japonés, que demuestra cómo se puede adaptar la teconología al medio ambiente para imponerse en los mercados y obtener beneficios". El objetivo es que la excepción" para la eliminación de los aerosoles que destruyen la capa de ozono "se convierta en norma de conducta".

Efecto invernadero

Si no se incluye la ecología en la economía, el efecto invernadero, por culpa de las emisiones de ozono, "planteará problemas serios" y los residuos seguirán aumentando a un nivel superior al 13% alcanzado en los últimos años. La agricultura intensiva, por, culpa del abuso de herbicidas, pesticidas y un incremento del 63% en la utilización de abonos desde 1970 a 1988, elevará hasta tasas insoportables la contaminación de ríos y mares, especialmente en las regiones del Mediterráneo, mar del Norte y mar Báltico. En el interior, el efecto será la acidificación, erosión y desertización del suelo.

El recuento de amenazas incluye un aumento del 25% en la contaminación atmosférica sólo como consecuencia de un incremento incontrolado de la demanda energética, mientras que el transporte sufrirá un índice de motorización superior en un 25% al actual y la intensificación del 17% en la tasa de kilómetros recorridos. Por último, el turismo, un sector que se incluye por primera vez en el ámbito de la política del medio ambiente, experimentará un desarrollo del 60% de aquí al año 2000 sólo en la región mediterránea. La afluencia de 200 millones de turistas más cada año constituirá un peligro para el entorno de las ciudades y la conservación de costas y monumentos histórico-artísticos.

El programa de la Comisión Europea plantea un conjunto de medidas que van desde la instauración del distintivo ecológico para todos los productos a normas severas para reducir las emisiones, eliminar y reciclar residuos, racionalizar el tráfico, reducir el uso de abonos químicos y proteger aguas y costas. Además de la labor legislativa, hace falta que los interlocutores sociales cooperen en introducir los imperativos del medio ambiente en la conducta de personas y empresas. La Comisión propone crear un foro consultivo, así como una red europea, para la aplicación de las medidas y un grupo de seguimiento. Pero por encima de todo, según Ripa di Meana, hace falta que los Doce se pongan de acuerdo sobre la sede de la Agencia Europea del Medio Ambiente para que ésta pueda empezar a funcionar.

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