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"No se van los más estúpidos"

B. R. / A. R. Para Lev Mijáilovich Kovrizhnyj, físico teórico experto en fusión nuclear, que acaba de llegar a Madrid para pasar tres meses investigando con sus colegas españoles del Centro de Investigaciones Energéticas Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat), la fuga de cerebros "es un fenómeno nuevo en Rusia y puede ser preocupante si el número de los que se van es elevado. Además, desgraciadamente, no se van los más estúpidos". Para evitar la pérdida de científicos "estamos estableciendo acuerdos de cooperación con otros países y que nuestros expertos pasen un cierto tiempo en extranjero, pero no permanentemente", dice.

El mayor problema para la ciencia en Rusia es el económico. "Hace falta pagar mejor a los científicos; cuando la preocupación es encontrar alimentos cada día, investigar se hace difícil, no es que el científico pretenda ser rico, pero tiene que mantener a la familia", dice Kovrizhnyj. Desde hace diez años dirige el Departamento de Física de Plasma y Fusión del Instituto General de Física (Moscú) en el que trabajan 120 expertos y que ha sufrido escasas bajas hasta el momento. El problema económico no se limita a los salarios, sino que afecta también a la compra de equipos y a la incertidumbre que confiere a los programas científicos la dependencia de presupuestos aprobados para plazos muy cortos -tres meses en el caso de su instituto-

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"La fusión es un programa prioritario del Gobierno", afirma. "Yeltsin se ha comprometido a cumplir los acuerdos firmados con EE UU, Japón, y la CE a fina es de 1991 en ITER [un reactor experimental de fusión nuclear, que construirán las cuatro potencias, para avanzar hacia una fuente de energía prácticamente ilimitada a mediados del próximo siglo]". "En mi departamento tenemos presupuesto suficiente para este año aunque no podamos afrontar la renovación de muchos medios", dice sin dar una cifra.

Regresos

"La fuga de cerebros es un problema preocupante pero no exclusivo de Rusia, otros países también lo tienen", comenta Kovrizhriyj. "Los salarios son más altos en diferentes sectores comerciales y, aunque hay especialistas que han abandonado su dedicación científica, los verdaderos investigadores no abandonan porque no pueden vivir sin la ciencia. Algunos lo intentan pero luego regresan a la investigación renunciando a ganar más dinero".

"Destruir la ciencia es fácil", dice. "Pero si se arruina, la universidad también será peor y, como consecuencia, la educación perderá nivel; esta conexión tarda dos generaciones en crearse y puede destruirse muy rápido. No creo que nuestro Gobierno vaya a cometer ese error", sentencia.

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