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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Patear la historia

El director chileno Juan Pablo Izquierdo (Santiago, 1935) ocupó de nuevo el podio de la Orquesta Nacional de España (ONE), sin que su presencia haya arrojado otra justificación que la presentación en Madrid del Concierto para piano y orquesta del italiano Bruno Maderna (Venecia, 1920- Darmstadt, 1973). No sólo se escuchaba la obra en estreno español, sino que el mismo nombre de autor aparecía por vez primera en los programas de la Orquesta Nacional.A esta falta de información auténtica -en música, la única verdaderamente válida es la de escuchar las obras- se debe, sin duda, que una parte del público pateara con furor unos pentagramas escritos en 1958 por un compositor ya situado en la historia. A la historia no se la patea. Que guste o no, es otra cosa, pues todo el mundo tiene derecho a decir sus preferencias sobre Maderna o sobre el Cid Campeador.

Orquesta Nacional de España

Director: Juan Pablo Izquierdo. Solista: Jean Pierre Dupuy, pianista. Obras de Franck, Bruno Maderna y Ravel.Auditorio Nacional. Madrid, 6 de marzo.

Según mi opinión, y la de tantos otros, Maderna fue un formidable talento musical que evidenció también como director, y una figura clave, con Berio y Nono, para el aggiornamento de la música italiana en los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial. Su sensibilidad musical y acústica era de extraordinario refinamiento, tanto en la música instrumental como en la electroacústica y en una tercera vía particularmente interesante: la asunción instrumental del pensamiento sonoro electroacústico. Todo ello sin olvidar la gracia derrochada en páginas como su Perlimplín sobre García Lorca, en forma de ópera radiofónica.

El concierto es obra sobre la que se alza en lejanía la sombra de la forma tradicional en tríptico y cuya parte central constituye un auténtico placer para quienes gusten de las sensaciones sonoras alquitaradas. No hay, ni siquiera para la fecha de su composición, novedades absolutas (¿cuándo y dónde las hay?), aunque aquí, o en cualquier otro ambiente musical conservador, puedan resultarlo.

Ataques del pianista

Me parece que lo que molestó más a los asiduos fueron los ataques directos del pianista sobre las cuerdas, la madera del piano o el papel de la partitura. Y eso que el pianista Jean Pierre Dupuy, hombre prudente, les ahorró las fuertes caídas de la tapa del piano sobre el teclado. Todo ello, en suma, son detalles nimios.La originalidad está en la misma idea creativa del músico Maderna (un enamorado y buen intérprete de Monteverdi y Mozart) y pertenece a un capítulo concreto y significativo de la música contemporánea europea. La historia se conoce, se estudia o se analiza. Lo más inútil es protestarla.

A pesar de los conocidos méritos del solista Dupuy y del honorable trabajo del director Izquierdo, la versión no me pareció del todo convincente, aunque hubiera cosas muy bien resueltas, tanto en la esfera de lo violento como en la de lo sutil. Menos dignas de recordación fueron las interpretaciones de la Sinfonía de Franck o la visión vertiginosa del Bolero. De haber estado presente Ravel, podría haber repetido lo que un día dijera a Toscanini: "Yo también he compuesto un Bolero parecido".

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