Ni rublos ni petróleo
"No tenemos petróleo y los rublos se están agotando. Muchas empresas han dejado de trabajar. Las materias primas no llegan de Rusia", comentaba en su despacho oficial en Tallin el primer ministro estonio, Arnold Rütel, dando una rápida y trágica pincelada de la situación en su república, en donde la gente sufre restricciones de calefacción y agua caliente en un invierno con 10 grados bajo cero. La producción industrial de Estonia representa el 67% del producto interior bruto, y Rütel dice que hoy es un 50% inferior a la de hace un año.La misma situación es extensible a las demás repúblicas bálticas, aunque Lituania mantiene que está en mejor posición que Letonia y Estonia para el lanzamiento económico. Las inversiones extranjeras no son tan relevantes como para hacer despegar la economía, aunque Alemania y Estados Unidos son los dos países que más destacan a la hora de tratar de atraerse la región a su esfera de influencia. Muchas tiendas en Riga y Tallin tienen sus precios puestos no en rublos, como era habitual ya que la mayor parte de ellas están regentadas por rusos, sino en marcos alemanes, y a la gente le cae bien todo lo que huele a germánico.
La estabilidad política, social y económica interesa de manera especial a los países del mar Báltico, y los Gobiernos de Finlandia, Suecia y Dinamarca están contribuyendo en lo que pueden con el envío de petróleo y dinero.
La escasez llega hasta el transporte público. Los aviones que han correspondido a las repúblicas en el reparto de Aeroflot (unos 40 de los más viejos a cada una) permanecen aparcados en los aeropuertos de Vilna, Riga y Tallin envueltos en la nieve y el hielo. Los autobuses funcionan a bajo rendimiento. Faltan medicinas y equipamiento médico del más elemental. Se cuentan casos de personas en la mesa de operaciones que no han podido ser intervenidas.
En Lituania, los agricultores hari empezado a matar a sus animales porque no tienen pienso para ellos.
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