Un invierno vestido de gris
Ayer se clausuró la Pasarela Cibeles
Incluso Vittorio & Lucchino -que ayer concluyeron la Pasarela Cibeles- rebajaron el alarde barroco que ha venido identificando sus diseños y optaron por la austeridad en gris para una mujer que en el invierno de 1993, después de casi una década de exaltada femineidad, volverá a vestirse según los cánones de la indumentaria masculina. Pero la adaptación del traje de rayas diplomáticas, el pantalón esmoquin y la levita recortada no conllevan ahora valores de transgresión del contexto social.La moda española se ha obsesionado con la elegancia como sinónimo de uniformización. Parece más anglosajona que nunca -con chorreras victorianas y cuellos altos- muy pensada para la mujer de negocios. Quiere emular a Armani; la sutileza del corte vacía de elementos que subrayan una coquetería explícita. "La renuncia masculina" que teorizaban los historiadores del siglo pasado, refiriéndose a la negación del capricho estético por parte del hombre, se traslada ahora al terreno de la mujer.
El anfiteatro del Palacio de Congresos, allí donde suele situarse el público más contagiado por las evoluciones de la moda, aplaudió ayer, sin reservas a los jóvenes diseñadores Ángel Schlesser y Palacio & Lemoniez. Schlesser optó por la sobriedad lineal, siluetas largas y ajustadas en negro contrastado con naranja, cancanes y transparencias en el estómago para la noche integraron su propuesta.
Palacio & Lemoniez, dos jóvenes creadores vascos que en la pasada edición del Salón Cibeles ya seducieron a la crítica, derrocharon ayer coherencia, belleza y, lo más importante, culto al oficio de la moda. Lo suyo fue un soplo fresco, colorista y perfectamente estructurado. Cuerpos drapeados con tirantes de lencería, masculinización pero desenfadada con sus chaquetas de grandes rayas, resumen una de las colecciones más interesantes entre las presentadas.
Veva Medem, en rojo, negro y cuero; Dolores Enguídanos, con una recreación multicolor de Hollywood; Woolstock, con su gran savoir faire para el punto; Antonio Pernas, el clásico actualizado, y José Luis, con su visión de una mujer enfundada en piel, agresiva y urbana, completaron ayer el programa.
Guillermina Baesa, en el Salón Les Halles, presentó una colección de lencería con guiños cinematográficos, desde Liz Taylor a Madona, recuperando el color blanco para encajes, bodies y ligueros. Baesa es el mejor estandarte del mercado, cada vez más en alza de la ropa interiorexterior.
Un jurado integrado por periodistas especializados en moda concedió ayer, al término de la Pasarela Cibeles, el Premio Baileys a la Moda en España a Devota & Lomba como mejor colección de mujer y a Antonio Miró -que presentó su colección en el Salón Gaudí de Barcelona- como mejor colección de moda masculina.
Babelia
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