El jefe de Hezbolá muere en la represalia israelí en Líbano por el asesinato de tres soldados
El jeque Abbas Musawi, secretario general del grupo proiraní Hezbolá (Partido de Dios) y comandante supremo de la Resistencia Islámica contra la ocupación en el Líbano, fue asesinado ayer en una emboscada aérea israelí en una carretera al sur del país. Fue el segundo ataque aéreo de la jornada tras una operación guerrillera que el sábado mató a tres soldados israelíes. Musawi, su esposa, su hijo de corta edad y cinco miembros de la escolta perecieron instantáneamente cuando dos helicópteros israelíes atacaron su convoy de cinco coches cerca de la aldea de Jibchit.
Anoche se registraba una intensa actividad militar en el sur de Líbano. Helicópteros israelíes sobrevolaban los campos palestinos de la región de Tiro a baja altura, apoyados por la aviación. El Ejército libanés en la región se encontraba en máxima alerta. Un corresponsal de France Presse pudo comprobar que las baterías antiaéreas libanesas abrieron fuego sobre los aviones israelíes, mientras se bombardeaban las posiciones de la milicia del Ejército del Líbano del Sur, aliada de Israel.La operación contra Musawi fue cuidadosamente planeada, no en vano Moshe Arens, ministro de Defensa israelí, afirmó que la muerte del líder de Hezbolá no fue algo casual. Poco después de que el convoy se alejara de Jibchit, los helicópteros cortaron el camino y dispararon por lo menos cinco cohetes contra el Mercedes Benz oscuro en el que viajaba Musawi. Todos dieron en el blanco. La carcasa del Mercedes fue catapultada a varios metros del camino. Uno de los escoltas de Musawi que sobrevivió con heridas en el tórax y las piernas dijo que de los pasajeros del Mercedes "prácticamente no queda nada".
Hussein Musawi, uno de los dirigente de Hezbolá que acudieron a la mezquita del Gran Profeta, en los suburbios chiíes de Beirut anoche, declaró entre sollozos a EL PAÍS: "Este asesinato no es más que una fase del conflicto. Haremos que Israel pague un alto precio por este crimen. Israel debería irse preparando para nuestra respuesta".
[El Departamento de Estado de Estados Unidos lamentó anoche a través de un portavoz la suerte de las víctimas y solicitó a ambas partes "la máxima moderación" para evitar una escalada de violencia.]
Abbas Musawi, de 39 años y padre de cinco hijos, asumió el liderazgo de Hezbolá el año pasado. Bajo su dirección, la resistencia intensificó sus ataques contra los israelíes en suelo libanés y sus aliados de la milicia Ejército del Líbano del Sur. Alto, de tupida barba negra, Musawi juró luchar hasta conseguir la retirada de los israelíes del Líbano.
La emboscada ocurrió 16 horas después de otro ataque aéreo israelí que dejó un saldo de por lo menos cuatro muertos y una decena de heridos en dos campos de refugiados palestinos en el sur del Líbano. Fue la represalia tras el ataque árabe realizado el sábado en el que tres soldados israelíes murieron acuchilládos mientras dormían en un campo de entrenamiento al norte de Israel.
En el primer ataque, helicópteros con artillería se lanzaron sobre bases de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en los campos de Ein el Helweh, en las afueras de Sidón, y Rashidiyeli, al sur de Tiro. Bajo la cobertura de cazabombarderos, los helicópteros descargaron después de la medianoche nutridas andanadas contra varios edificios controlados por Al Fatah, la principal facción de la OLP que dirige Yasir Arafat.
En una de las casas demolidas habitaba Zeid Wehbe, el hombre de Arafat en el Líbano, que optó por buscar alojamiento en otra parte horas después de conocerse la noticia del ataque árabe en Israel: Todo guerrillero palestino sabe que ese tipo de operaciones viene inexorablemente acompañado de represalias.
En Israel cundió ayer la furia por los asesinatos del sábado. "Fallo vergonzoso", "falta de disciplinas y vigilancia", eran los comentarios que recogían ayer algunos diarios. En el periódico Yedioth Aharonot, el coronel en la reserva y comentarista militar Ron Ben Yishav estimaba que "el éxito de este audaz ataque" puede ser el detonante de una serie de operaciones antiisraelíes, porque "erosiona la fuerza de disuasión del Ejército".
Tanto en el Gobierno como en la oposición israelí se condenó "el bárbaro asesinato". Incluso en la oposición de izquierdas, que preconiza negociar abiertamente con la OLP y cambiar territorios por paz, nadie osa preguntarse públicamente si el ataque palestino a un campamento militar (no contra "inocentes víctimas civiles") constituyó verdaderamente un "asesinato terrorista".
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