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Entrevista:

"La historia reservará un lugar cada vez más pequeño a Castro

La cooperación de España se acerca a un nivel decente y empieza además tímidamente a estar vinculada al respeto de los derechos humanos por su destinatario. Aun así, Inocencio Arias, secretario de Estado de Cooperación, admite que España, en el caso de Cuba, no sigue la pauta de la CE. La cerrazón del presidente Fidel Castro -reconoce, sin embargo, Arias- hará "que la historia le reserve un lugar cada vez más pequeño".

Pregunta. ¿No es paradójico que el año en que se celebra el V Centenario disminuyan algunas formas de cooperación de España con el Tercer Mundo?Respuesta. He dicho en alguna ,ocasión que era más bien "parajódico". Es algo desconcertante. Debe quedar claro, sin embargo, que sólo disminuye la cooperación a fondo perdido. Lo importante es que la dotación global aumenta hasta alcanzar en 1992 los 190.000 millones de pesetas, de los cuales 130.000 se dedicarán a la ayuda al desarrollo. Este año pasaremos la famosa barrera del 0,20% del producto nacional bruto consagrado a la cooperacion. Nos acercamos al porcentaje de EE UU, pero estamos aún por debajo de la media de la CE y, sobre todo, del 0,35% recomendado por la OCDE.

P. La cooperación tampoco acaba de tener buena fama, porque existe el temor de que no siempre llega a sus destinatarios.

R. Es una tragedia para mesarse los cabellos, pero es casi inevitable que una quinta parte de la ayuda que presta cualquier país se desperdicie. No por eso se deja de hacer llegar un 80%. En vez de salvar 100 vidas humanas habremos salvado 80. Curiosa y cruelmente, en la ayuda que se brinda a diario se desperdicia menos-que cuando hay más urgencia.

P. La cooperación no es sólo altruista, sirve para abrir mercados. ¿Secundan su acción los hombres de negocios españoles?

R. No diría yo que los empresarios españoles sean los más audaces del mundo. Les gusta trabajar ante todo en los mercados conocidos. Aunque hay numerosas excepciones a esta regla, es verdad que el Estado va muchas veces en el Tercer Mundo por delante de los empresarios.

P. ¿Debe la cooperación no humanitaria ser utilizada como arma de presión política para forzar la democratización de regímenes del Tercer Mundo?

R. Sí. En la última reunión de los mínistros de Cooperación de la CE se recalcó la necesidad de vin,cular la prestación de ayuda con el respeto de los derechos humanos. Aunque hubo consenso, yo fui, quizá, el más escéptico. Los Doce están dispuestos a aplicarlo como principio general, pero cuando se trata de ponerlo en práctica con nuestros amigos todos nos acordamos de que tenemos por lo menos un par de esqueletos en el armario y no queremos que nos los toquen.

P. A juzgar por la tibia reacción española -comparada con la de la Comisión Europea- tras la reciente ejecución en Cuba de un exiliado, ¿Cuba es uno de los esqueletos de España?

R. La ayuda que brindamos a Cuba tiene una creciente vertiente humanitaria en detrimento de la científico-técnica. Nuestras relaciones con Cuba van a seguir con su actual perfil. Ni en las condenas, ni en los berrinches, ni en los momentos más agradables seguiran n-fiméticamente las pautas comunitarias. En la guerra de las Malvinas -o de la invasión de Panamá, tuvimos una posición específicá con relación a nuestros socios, y lo mismo sucede con Cuba.

P. ¿Se podrá ausentar Castro de su isla, sumida en una aguda crisis, para asistir a la cumbre Iberoamericana de Madrid?

R. Creemos que es conveniente que todos los miembros de la familia estén presentes, aunque uno de ellos no se haya adentrado aún por la senda democrática que prevalece en aquel continente. Qué duda cabe de que, cuando está justamente aislado y acorralado, Castro aprovechará la invitación para respirar y hacerse oír en Madrid. Después de los últimos acontecimientos mundiales, me parece claro que, cada mes que transcurre, la historia reservará a Fidel un lugar más pequeño. Sus últimas iniciativas (contra la disidencia) van claramente en contra del sentido de la historia.

P. A juzgar por la presión que ejerce sobre el Parlamento Europeo para que no condicione la ayuda financiera a Rabat con el respeto de los derechos humanos, ¿Marruecos es otro de los esqueletos de España?

R. A diferencia de Castro, el rey Hassan ha gozado de mala prensa en España. Persiste en nuestro país una consideración paternalista, provinciana y despectiva hacia todo lo marroquí. No digo que Marruecos sea el más celoso defensor de los derechos humanos, pero otros países árabes poseen un récord aún más pobre. ¿Qué libertad había, por ejemplo, en la Argelia de Huari Bumedian que no hubiese en el Marruecos de Hassan? Aquí, sin embargo, piropeábainos al primero y denostábamos al segundo.

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