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Reportaje:

Los ucranios, cada vez más pobres

Ucrania ha accedido a la independencia en uno de los peores momentos de su historia. Por primera vez, las cifras oficiales elaboradas aún según los criterios dictados por las antiguas autoridades soviéticas reflejan que los ingresos por habitante han descendido. En 1990, los ucranios dispusieron por término medio de 3.584 rublos, mientras que en 1991 fueron sólo 3.461 rublos. Para hacer los cálculos, según reconoce el funcionario que facilita las cifras, no se ha tenido en cuenta la pérdida del poder adquisitivo sufrida por la moneda a causa de la inflación. Así, como el aumento del coste de la vida ha sido en 1991 de entre el 2% y el 3% semanal -según estimaciones optimistas-, se deduce que los ucranios han visto reducida su capacidad de compra a bastante menos de la mitad en sólo un año.

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Igual que el conjunto de la ex Unión Soviética, Ucrania padece a la vez de inflación galopante y descenso de la producción, lo que hace inevitable lo que se ha dado en llamar una "terapia de choque" -que de momento se ha plasmado en la brutal subida de los precios de primeros de mes- que comporta una reforma estructural de la economía en un triple sentido: la reconversión de sectores enteros que han quedado obsoletos, principalmente su potente metalurgia; la reconversión de parte de su gigantesco sector militar (que alcanza 1 28% de la producción industrial) en fábricas capaces de producir bienes de consumo; y, lo que es Más importante, la conversión de una economía socialista en otra capitalista capaz de integrarse en el mercado mundial. Esta última transformación comporta la reforma agraria y la privatización del comercio y la industria, pero también la creación de mecanismos que potencien el mercado y una reforma radical de la fiscalidad.De la caída en picado de la producción no hay datos oficiales fiables porque, según asegura un diputado que forma parte de la comisión que estudia la privatización de la economía ucrania, "el Ministerio de Estadística no los hace públicos ni los facilita al Parlamento para especular políticamente con ellos". Pero la escasez de bienes es tan palpable en las tiendas (que difícilmente puede deberse a otra cosa que no sea un descenso de la producción: a estas alturas casi nadie se atreve ya a atribuirla a que los rusos se lo llevan todo.

Alexandr Kolimko, miembro de la secretaría del Parlamento, pone el ejemplo de un koljós que él conoce personalmente para confirmar esa impresión: "Llevan ya dos años que han sido incapaces de recoger la cosecha en su totalidad, y una parte sustancial se les ha perdido". Ante la pregunta de cómo es posible que antes pudieran y ahora no, Kolimko explica que los miembros de la unidad agraria cobran sus sueldos tanto si trabajan como si no -algo que ya sucedía antes-, pero ahora ya no pende sobre el director la amenaza de ser expulsado del partido si no cumple con lo previsto. "El sistema de antes", explica, "era realmente malo, pero ha sido destruido sin ser sustituido por otro mejor".

Subida de precios

Arrastrado por Rusia y sin tener elaborado un auténtico plan de reforma, el Gobierno ucranio subió los precios a primeros de mes, al tiempo que distribuyó entre la población unos cupones que constituyen el embrión de la futura moneda nacional: la glivna. "Tuvimos que recurrir a los cupones porque Rusia no nos facilitó la moneda necesaria y también para proteger a la población", explica Adan Voitovich, portavoz del Parlamento. Los cupones sirven para completar el salarlo de los trabajadores dependientes del Estado y son necesarios para adquirir comida" imposible de comprar ahora con rublos. Un cupón, según el cambio establecido en los bancos oficiales, equivale a 10 rublos.

Como sucedáneo de la moneda autóctona, los cupones permiten a los gobernantes de Kiev tener un mayor control de su economía: "Ucrania perecerá como país independiente si carece de moneda propia", insisten sus dirigentes. Al mismo tiempo, el cupón les ha situado en una posición ventajosa en su pugna con Rusia por la cuestión militar: las familias de los soldados y marinos que viven en Ucrania no podrían comprar alimentos si el Gobierno de Kiev no les entregara cupones. Los militares recibieron puntualmente a primeros de mes sus cupones, pero no sucedió lo mismo con los empresarios y sus trabajadores, lo que supone un perjuicio para el minúsculo sector privado en un momento en que se pretende avanzar hacia la economía de mercado.

La próxima semana se debatirán en el Parlamento tres proyectos de ley sobre la privatización de las empresas industriales y comerciales. A estas normas se les augura un fortísimo debate: el "potente grupo de ex comunistas que a su vez son directores de industrias pretenden que las empresas pasen a manos de los directivos. La propuesta oficial, sin embargo, es que las acciones se pongan a la venta entre todos los empleados, en una parte, y del resto de población, en otra". Alexandr Barabash, vicepresidente de la comisión que ha redactado las leyes, asegura que el 65% de las empresas estarán en manos privadas dentro de dos años. La mayor parte de las pequeñas empresas -entre las que figuran casi todos los comercios- y la mitad de las medianas se prevé que dejen de pertenecer al Estado en ese plazo de tiempo.

La economía ucrania es la segunda más potente de la ex Unión Soviética, después de la gigantesca Federación Rusa. Este nuevo Estado independiente, con el 17,7% de la población, genera igualmente el 17,7% de la producción industrial de la ex URSS y el 22,5% de la agrícola. Aunque buena parte de su industria es obsoleta y altamente contaminante y el país carece de petróleo su gran potencial agrícola y las posibilidades que ofrece la transformación de su tecnológicamente avanzada industria militar permiten ciertas posibilidades de desarrollo a medio plazo. Los organismos internacionales consideran que Ucrania y Rusia son las únicas ex repúblicas soviéticas realmente capaces de integrarse en la economía internacional en un futuro no lejano.

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