Apoyo para Kravchuk
Salvo un pequeño grupo de una decena de nacionalistas radicales, todas las demás fuerzas que forman parte del Parlamento de Ucrania apoyan, en mayor o menor medida, al presidente del nuevo Estado independiente, Leónid Kravchuk. Este apoyo general lleva a bastantes observadores a afirmar que no existe en estos momentos una oposición real, lo que no quiere decir que no sigan manifestándose intereses enfrentados ante determinados temas.Aunque no se presentó como tal en las elecciones de mayo de 1990, el grupo nacionalista Ruj (que en ucranio significa simplemente movimiento) ha adquirido en los últimos meses un gran protagonismo, llegando a marcar la pauta en algunas comisiones clave, entre ellas la de Defensa. Fuertemente implantado en Ucrania occidental, Ruj ha ido extendiéndose por todo el país a medida que las posibilidades de independencia aumentaban. Su concepción de movimiento alternativo al comunismo y no de partido le ha permitido impregnar el tejido social: ha potenciado iglesias enfrentadas a la ortodoxa oficial -dependiente del patriarca de Moscú- y ha impulsado una organización militar, la Unión de Oficiales, que ha jugado un papel fundamental en el momento de constituir el ejército propio, tras la sustitución de la URSS por la Comunidad de Estados Independientes.
Mikola Porovski, vicepresidente de Ruj, define a su organización como "la oposición constructiva" a Kravchuk, lo que no le impide hablar de los temas de defensa como si fuera un representante del Gobierno. En su opinión, la oposición "no constructiva" la forman los diputados del Partido Socialista, el grupo creado el 26 de octubre pasado por Alexandr Moroz, el ex líder de la antaño mayoría parlamentaria comunista. En círculos no nacionalistas donde aún se valora la integridad de Moroz -que no ha renunciado, como muchos de sus ex compañeros, a la defensa de sus ideas socialistas- se afirma que no es correcto integrar al PS en la oposición.
Un tercer grupo a considerar es el Movimiento Nueva Ucrania, promovido por el vicepresidente del Parlamento, Vladímir Griniov, y del que forman parte políticos con planteamientos democráticos que tratan de marcar diferencias con el nacionalismo. Este grupo considera que, en este momento, hay que dejar en un segundo plano todo lo relativo a la consolidación del Estado independiente como tal y avanzar con rapidez en la reforma económica, que es la forma, en su opinión, de garantizar a largo plazo una nación sólida.
Cuantificar la fuerza de cada grupo es dificil, porque en ninguno de los casos funciona la disciplina de voto y los diputados fluctúan. Esa falta de cohesión hace imprevisibles los resultados de las votaciones sobre las leyes de reforma económica que el próximo martes empezará a debatir el Parlamento.
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