_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Palabras

Vivimos en una época en que las palabras se usan para traicionar su sentido. Los gobernantes saben que nada resulta más demoledor para la verdad que sepultarla bajo un alud formado por las palabras que deberían servir para definirla. Esta tarea de camuflaje suele tener propósitos abyectos, y se instala en la opinión pública, casi siempre, con mayor éxito que la realidad tal como es, que los hechos desnudos. Y cuando uno empieza a repetir los latiguillos del poder, de cualquier poder, es que ya les ha comprado la burra.Así ocurre con Suráfrica. Atendiendo las buenas intenciones expresadas por sus actuales gobernantes, hemos visto desaparecer el significado de dos conceptos reales: apartheid y boicoteo. El primero lo hemos borrado, dejándonos llenar la cabeza por las múltiples promesas proferidas por De Klerk en los foros internacionales: no es que De Klerk sea hipnotizador, es que estamos deseando creer que desaparecen los problemas. Poco a poco hemos dado por hecho que en Suráfrica ya hay igualdad, y así como hemos . aceptado la mentira de que ahora son los negros los que se matan entre sí -el propio, Gobierno arma a la facción que le resulta útil-, hemos bajado la guardia y aflojado la presión, renunciando alegremente a usar la única arma de que disponíamos: el boicoteo, algo que sólo perjudicaba a los astutos blancos, pues los otros no pueden estar peor, ni siquiera muertos.

Pero Suráfrica es una palabra que ya no aparece escrita con su significado en la página -no muy blanca, por cierto- de nuestras conciencias, tan acomodadas en el nuevo orden. Y ahora constatamos con cierta perplejidad que sólo 200 negros asistieron al concierto de Paul Simon. ¿Dónde estaban todos los demás? Tratando de borrar, con el elocuente gesto de su ausencia, el efecto de tanta palabra culpable.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_