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Una gran exposición muestra en Berlín la vitalidad y la cultura de los judíos

Más de 2.000 piezas reconstruyen la historia de un pueblo nómada que viaja con la palabra

Dos aniversarios coinciden con la exhaustiva exposición Jüdische Lebensweiten, (El mundo de los judíos) que se inaugura hoy en Berlín. Hace 50 años, el 20 de enero de 1942, los jerarcas nazis decidieron "la solución final", el exterminio del pueblo judío. Hace 500 años, el 31 de marzo de 1492, los Reyes Católicos firmaron el edicto que les obligaba a convertirse al catolicismo o abandonar España. La muestra berlinesa, sin embargo, no se centra en la muerte y la persecución, sino en la vida y la cultura que este pueblo nómada y sorprendentemente multiforme ha ido dejando por todo el mundo. La dramática "solución final" es rememorada en la exposición Topografia del terror, que se inaugurará el próximo día 20.

Una y otra efemérides, por importantes que sean, son sólo una muestra de la sistemática persecución sufrida a lo largo de la historia por este pueblo. Desde el Holocausto hasta la pogromos del Imperio Ruso, pasando por la discriminación y las expulsiones sucesivas, no sólo de la emergente España imperial, sino de una larga. lista de reinos y ciudades que antes y después del edicto de Isabel y Fernando optaron por la misma solución, hace que referirse a los judíos no parece que pueda ser, sino para contar terribles e interminables desgracias.Pero a lo largo de su milenaria historia han habitado casi todos los confines de la tierra, desde China hasta la Patagonia y especialmente Europa, y en todos ellos ha florecido, dejando un poso cultural de dimensiones impresionantes.

Esto es lo que muestra la exposición de la Martin Gropius berlinesa en un nuevo momento clave de la historia, en el que el racismo y la xenofobia asoman de nuevo la cabeza en Europa. Y lo mas curioso del caso es que, al igual que sucedió con la reciente exposición sobre Otto von Bismarck, el unificador de Alemania, también en la Martin Gropius, que coincidió con la reciente unificación, esta muestra sobre los judíos también fue decidida y empezada a organizar mucho antes de la caída del muro de Berlín, cuando nadie podía preveer los cambios que tendrían lugar.

Los más bellos manuscritos

Más de 2.000 piezas originales, procedentes de 300 colecciones públicas y privadas de todo el mundo, ocupan 21 diferentes salas de la Martin Gropius siguiendo un criterio temático. Es la historia de un pueblo nómada que viaja con la palabra. Principal mente con el libro, pero también con otros libros laicos, científicos y de pensamiento.

Tal vez por eso el centro de la exposición lo constituye una gran tienda, la tienda del tabernáculo, que alberga los más bellos ejemplares manuscritos e impresos de biblias de todas las épocas. Una gran tela cubre la totalidad del techo de la sala central y en ella está escrito Aleph y Tav, la primera y la última letra del alfabeto hebreo.

La exposición El mundo de los judíos tiene una lectura en dos di mensiones. Por un lado es posible seguir cronológicamente la historia del pueblo judío desde la antigüedad hasta nuestros días. Capiteles y objetos del antiguo Jerusalén, mosaicos de sinagogas de la primera diáspora, o -la joya de la exposición- dos de los originales pergaminos del Mar Muerto, contrastan con objetos absolutamente contemporáneos, como un curioso candelabro confeccionado con siete copias en plástico de la estatua de la libertad neoyorquina envueltas en la bandera de las barras y estrellas, perfecta definición del mas puro kitsch norteamericano.

La otra lectura es un paseo por el planeta, y sirve para que se desvanezca cualquier estereotipo que se haya aplicado a este pueblo, como todos los. que se han utilizado para justificar su estigmatización y su discriminación. Si los mosaicos de una sinagoga del siglo V, sita en la actual Siria, tienen un aire claramente bizantino, la maqueta de la comunidad de Recife, en Brasil, fundada en el siglo XVI cuando aquel territorio era holandés, ofrece un aspecto claramente colonial. Nada que ver, por supuesto, con la de Kaifeng, en China, aunque ambas sean contemporáneas. Ni con la de Praga, en la que se dice que se originó la leyenda del Golem.

Pero no es sólo la arquitectura, los objetos religiosos y cotidianos, la indumentaria, y hasta el aspecto físico de los miembros de estas comunidades, separadas tanto en en el espacio como en el tiempo, varían tanto como la apreciable diferencia que puede encontrarse entre un judío yemení de Sanaa, de tez morena y cuerpo enjuto, que en los albores de nuestro siglo seguía escribiendo a mano los textos sagrados, y el indudable aspecto de alemán bebedor de cerveza de Simon Bamberger, quien en el mismo momento histórico fue gobernador del Estado norteamericano de Utah.

El Toledo mítico

La muestra, que permanecerá abierta hasta el próximo 26 de abril, exige una larga visita. Son 20 exposiciones en una. De España proceden o son originarios 150 objetos, y una de las salas está dedicada exclusivamente al Toledo mítico.

Ejemplares como la Biblia catalana de Harley de principios de XIV, la Biblia de Barcelona, de finales del XIV, manuscritos de Averroes, una edición de su libro sobre astronomía Sobre la forma de la Tierra, el tratado de Abraham Ban Hiyya Savasorda de Barceona, de finales del siglo X, el tratado de Astronomía de Pedro IV de Aragón, páginas autógrafas de Maimónides o material de la escuela cabalística de Gerona, contrastan con documentos de la Inquisición o escritos nostálgicos de los no conversos de Osman.

A Averroes y Maimónides les sigue Baruch Espinoza, de quien se expone la correspondencia que mantuvo con Leibnitz, y según nos acercamos a nuestro tiempo la aportación del pueblo judío a nuestro pensamiento y a la cultura en general adquiere cada vez mayores dimensiones.

El manuscrito de El proceso de Franz Kafka, el de Berlín Alexanderplatz, de Dublín, el autógrafo de Heinrich Heine, los grandes magnates de la época dorada del cine de Hollywood: Zanuck, Mayer, Goldwin, las pinturas de Kokoschka, Chagall o Liberman. Objetos de la consulta vienesa de Sigmund Freud, páginas autógrafas de Albert Einstein. Nombres y más nombres que han entrado en la historia con derecho propio.

Topografía del terror

En la Villa Minoux, frente al Vannsee, uno de los lagos que rodean Berlín y una de las zonas más exclusivas de la ciudad, hace 50 años el teniente general Reinhard Heydrich, jefe de los servicios de seguridad del Reich, reunió a 13 personas más para comunicarles que el mariscal Georing le había puesto a cargo de "la solución final del problema judío". Se trataba, simplemente, de elaborar el plan, teniendo en cuenta las consideraciones organizativas, funcionales y materiales y coordinar los distintos organismos que debían llevarla a cabo. En torno a la mesa se sentaban, además de Heydrich, Meyer, Stuckart, Neumann, Freisler, Bühler, Luther, Klopfer, Kritzinger, Hofmann, Müller, Eichmann, Schoengarth y Lange. El evento pasó a la historia con el nombre de Conferencia de Vannsee.El próximo día 20, exactamente en la fecha del aniversario y en el mismo lugar, se inaugurará una exposición sobre lo ocurrido aquel día siniestro y sus consecuencias. En la misma sala de grandes ventanales y columnas dóricas con vistas al lago, sobre una mesa de cristal -la original ha desaparecido- se coIocarán copias de los documentos y protocolos allí firmados, así como de la propuesta llevada por Heydrich. En las paredes, siguiendo el orden en que estaban colocados aquel día, habrá una fotografía de cada participantes, así como su biografía.

El edificio ha sido restaurado, pero no salió dañado de la guerra. Fue utilizado como casino por los oficiales del Ejército Rojo, y, después, tras la partición de la ciudad, le dieron el mismo uso los oficiales norteamericanos. Ahora es propiedad de la ciudad de Berlín y alberga una fundación y cuenta con una biblioteca sobre el Holocausto.

No es el único lugar de la topografía del terror que se puede visitar en la vieja capital prusiana. Junto a la Martin Gropius Bau, una exposición titulada, precisamente Topografía del terror, se alza sobre los sótanos de lo que fuera la sede de la Gestapo en el centro del Berlín nazi, en el llamado Prinz Albert Terrain, nombre de la calle que albergaba el cuartel general de esta siniestra institución.

Sobre los sótanos recién descubiertos se ha construido un pabellón de una sola planta y el conjunto alberga la citada exposición, que no sólo trata de la persecución contra los judíos, sino más genéricamente del monstruoso aparato criminal construido por el régimen hitleriano.

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