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LA SALUD DEL PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS

El temor a Quayle

Antonio Caño

En los círculos políticos norteamericanos cobró sentido de repente la serie de siete artículos sobre el vicepresidente Dan Quayle, de 44 años, que el influyente diario The Washington Post viene publicando cada día en primera página desde el pasado domingo. Esos reportajes tratan de romper la imagen de Quayle como un político incapaz y torpe, y lo presentan como un hombre ambicioso, responsable y trabajador.Desde su aparición, la serie, firmada por Bob Woodward -uno de los reporteros que destapó el escándalo Watergate-, había suscitado rumores entre los observadores, pero casi todos coincidían en que, pese a todos los esfuerzos, la imagen de Quayle es irrecuperable.

Es muy dificil acabar en unos meses con la fama que el vicepresidente se ha ganado en cuatro años de gestión, durante los que ha sido el protagonista de la mayoría de los chistes políticos en Estados Unidos. No es que no haya tenido oportunidades para el lucimiento -Quayle ha visitado 42 países desde su elección-, sino que en todas ellas ha fracasado, rozando a veces el ridículo.

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Su designación como número dos de la candidatura republicana en 1988 fue ya no sólo una sorpresa, sino un obstáculo en el camino de Bush hacia la Casa Blanca. En aquel momento, Bush se vio obligado a elegir a Quayle después de haber descartado a las principales figuras de su partido, que entonces parecían hacerle sombra.

Cuatro años más tarde, Bush está decidido a volver a incluir a su vicepresidente en su candidatura, a pesar del desprestigio acumulado por Quayle. Esto no parecía grave hace seis meses, cuando Bush caminaba firmemente hacia su segundo mandato. Pero las cosas han cambiado ahora. El propio presidente ha perdido popularidad por culpa de la situación económica. Por otra parte, preocupados por la salud del presidente, los norteamericanos prestarán ahora mucha atención al nombre de la persona que está llamada a ocupar la jefatura del Estado en el caso de que Bush tuviera que abandonar sus funciones.

La opción demócrata

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En las circunstancias actuales, Quayle no estará Incluido en la candidatura únicamente como vicepresidente, sino como posible presidente, lo que, con toda probabilidad, pone los pelos de punta a, muchos electores norteamericanos. La oposición demócrata sabe esto, y a buen seguro lo explotará a fondo durante la Campaña. Ya se comentaba hace meses con ironía que la única candidatura que podria mejorar la de Bush-Quayle sería la de Bush con cualquiera de los actuales aspirantes de la oposición.

También entre los republicanos esto es tema de preocupación. Con Bush sano, los potenciales candidatos de ese partido podían esperar hasta 1996 para plantear batalla a Quayle, pero hoy todos tienen miedo de que el vicepresidente pueda encontrarse de rebote con la presidencia en la próxima legislatura.

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