De los ritmos y las series
Lo fragoso de las tempestuosidades neoexpresionistas ha dado lugar a una clara reacción hacia lo enfriado: esta breve idea, que en la escena internacional se ha ido traduciendo en algunos nombres propios con algo más que un mero sentido de la oportunidad o la búsqueda de salidas airosas a lo considerado ya estancado, en nuestro país se ha visto sintomatizada por aventuras personales no exentas de cambios bruscos o de sincopados desvíos. Aun así, lo que parece ser si no la huella sí la reconsideración de algunos postulados estéticos y formales de cuño neominimalista ya empieza a cobrar una más que notable presencia.En las dos exposiciones que nos ocupan, un hilo temático se presenta casi como paralelo: la idea de lo modular y de lo repetitivo, es decir, la existencia de unos factores que individualizados pueden aislarse a modo de patrones o de elementos generadores de un conjunto más amplio, ya sea por repetición, por progresión o por desplazamiento, y ello tanto por su directa presencia explícita como por sus posibilidades virtuales de expansión. Así, casi todas las obras apelan a la recurrencia de lo tridimensional entendido en su sentido más amplio y renovado: el hermetismo constructor, la distancia relativa del sujeto creador, la frialdad de los medios utilizados, la conexión con dispositivos tecnológicos, la mirada irónica sobre el consumo, la vida, el poder y el arte, y la insistencia en los factores privados o personales como generadores de situaciones altamente opacas y ficticias.
Gynnopedies
Galería Angels de la Mota. Goya, 5. Barcelona. Hasta el 11 de enero.Mòdul Galería Antoni Estrany. Passatge Mercader, 18. Barcelona. Hasta el 18 de enero.
En la galería Antoni Estrany cobra un destacado relieve la contundencia sorda e implacable de las últimas obras de Pep Agut, Maldonado, Abad y Hortalá, la distinta recurrencia a la crítica de los estatutos del arte y del consumo que se plantea directamente en las obras del joven Roc Parés y de Eugenio Cano, así como una aleccionadora ironía construida por Carles Guerra. En la galería Angels de la Mota, junto a las magníficas sorpresas deparadas por las obras de Caroline Russell, Wilhelm Koch y Bernard Lallemand -en las que una supuesta transparencia oculta un trabajo tendente a despojar al sujeto de -buena parte de sus atributos tradicionales-, destacan una nueva pared de Agut y el establecimiento de una suerte de lenguajes personales por parte de Pedro Mora y Juan Francisco Isidro, entre lo alfabético y lo metafórico.
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