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Entrevista:

"No somos huérfanos ideológicos del Mayor Francés"

Pregunta. ¿Qué importancia tiene la memoria en El ginete polaco?Respuesta. Me interesa mucho enfatizar que cuando se habla de memoria parece que se habla de nostalgia, que se tiende a definir una operación intelectual en la que supuestamente te interesas por el pasado y descuidas el presente. Me interesa la memoria como posibilidad de plenitud del presente. Si el presente verdadero es la suma de todos los instantes del pasado, la memoria es una manera de explicar el presente. En mi vida personal, y en la de cualquiera, si eres lúcido, vuelves sobre tus pasos para saber dónde cometiste el error. En lo político o civil eso tiene un sentido de lucidez colectiva, porque no se puede explicar la situación actual de España, o de Andalucía concretamente, sin recordar el pasado. No puedes entender la especulación si no sabes que en un tiempo ha habido una dictadura y que los especuladores han tenido carta blanca durante mucho tiempo. La memoria sirve para comprender lo que hay delante de los ojos, y en ese sentido me interesa. Con la nostalgia te asustas del presente. Es destructiva y tóxica, mientras que la memoria es liberadora.

El pasado

P. ¿Y hasta qué punto ha indagado con la novela en el aIivio de su memoria y de los sucesos históricos fijados en ella?R. Mi novela es histórica porque trata de un devenir histórico, del devenir de lo que ha ocurrido en España, del tránsito de una realidad rural precapitalista a una sociedad de consumo. El protagonista de mi novela es un hombre muy preparado que trabaja para la Comunidad Europea, pero que tiene un pasado. Me he limitado a recordar mi vida y la de los hombres de mi generación sin inventarme el pasado; algo que la generación de los que están en el poder se han inventado, que todos estuvieron en Mayo del 6-8, que todos oyeron a Bob Dylan, cuando la realidad es que nuestro pasado es profundamente hortera. Lo que en realidad interesaba era Massiel. Me acuerdo de que, cuando la conmemoración de Mayo del 68, todo el mundo había estado tirando piedras a los gendarmes en París. Si eso hubiera sido verdad, no habrían quedado ni adoquines ni gendarmes, porque parece que todos los españoles estuvieron en París en 1968. Ya está bien.

P. Si es falso que estuviéramos en el 68, puede que sea menos duro saber que no somos huérfanos ideológicos del 68.

R. Me pone enfermo oír hablar de desencanto. La cultura que tuvimos era de una ignorancia y de una cutrez tremenda. La izquierda no ha hecho una crítica de su propia cultura. Se ha limitado a hablar de nostalgia. Yo prefiero estos tiempos a aquéllos, y sobre todo porque entonces no tuvimos libertad y ahora sí que la tenemos. No siento ningún desencanto.

P. ¿Fue usted un militante antifranquista?

R. Sólo milité un día y me borré al día siguiente porque me daba mucho miedo. Yo soy un gafe. Fui a una manifestación y a los cinco minutos me cogieron preso. Fui un perfecto compañero de viaje, pero no un militante activo.

P. En El ginete polaco cuenta la reciente historia de España. ¿Es su novela más completa?

R.- Sí lo es. Yo he estudiado y vivido para hacer esta novela. Quería contar mi propia situación personal, la de las personas que somos mestizas y que somos extranjeras porque hemos nacido en un medio muy distinto al de ahora; somos testigos de un mundo que ya no existe y andamos desarraigados. Creo que toda mi vida he estado aprendidendo para escribir este libro, y en él me he permitido el lujo de escribir con descaro. Yo era muy pudoroso, muy literario escribiendo, y aquí me he permitido el lujo del exceso.

P. ¿La novela está destinada a la gente de su generación?

R. Pienso que en España hay demasiados escritores generacionales, que escriben para un determinado grupo social o cultural. La experiencia más rica que he tenido en los últimos cinco años es la experiencia del lector. Tú crees que te va a entender un tío de unas características determinadas y resulta que tu lector es una señora mayor en la que no habías pensado. La literatura debe ser generosa y abierta. Me interesa que mis lectores no sean predeterminados. Muchas veces veo novelas que parecen estar escritas para cuarentones-profesionales-madrileños-en crisis, y resulta que esos no son los únicos lectores posibles. No hay más que ver que mientras mis novelas están llenas de padres, madres, hijos, abuelos, en esas novelas que te digo la gente no tiene hijos ni padres.

P. El Premio Planeta le ha supuesto la edición de más de 200.000 ejemplares, mucho dinero y también popularidad. ¿Cómo se digiere eso con sólo 35 años?

R. Voy a cumplir 36, ya no soy un tan joven narrador. No me parece algo infrecuente. Y sobre todo no hay que pensar en esos términos. Hay gente que ha escrito obras maestras con 18 o con 24 años.

P. El ser menor de 30 años ha sido durante un tiempo condición imprescindible para triunfar en el mundo del arte. ¿Le ha beneficiado a usted esto?

R. No creo, y me parece un desastre que se haya producido esa moda de la juventud por las buenas. En el mundo de la pintura ha sido algo patético. Parecía que al tener más de 40 años ya no tenías nada que decir. Ha habido una época de prestigio de lo joven, y parecía que todos podían ser Rimbaud o Mozart. Se ha premiado que cualquier cretino de 20 años hiciera-famosos unos trazos sin sentido. En literatura se ha llegado al olvido de escritores tan buenos como Rafael Sánchez Ferlosio, Ignacio Aldecoa o Juan Marsé. De locos.

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